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Análisis

josé luis ortiz miranda

Matar al pensionista

La solución no es retrasar la edad de jubilación; es gestionar mejor los recursos

Sí, al pensionista, no al ruiseñor. Y si puede ser de hambre con una pensión de risa que no llega ni a fin de mes y malviviendo sin poder pagar la luz ni el agua, mejor. Así que ya les digo, maten al jubilado e impidan de ese modo que se pague el yate con la pensión media de 500 euros al mes que le paga el Estado. Los que tenemos ya algunos años sabemos que la vejez tiene dos ventajas: dejan de dolerte las muelas y se dejan de escuchar las tonterías que se dicen alrededor. El joven conoce las reglas, pero el viejo las excepciones porque cuanto más se envejece más se parece la tarta de cumpleaños a un desfile de antorchas.

Mi abuelo me decía de niño que era la blancura de los cabellos lo que comunica prudencia. Apoyo incondicionalmente a los jubilados españoles que culpan al Gobierno de convertir al Estado de bienestar en una sociedad empobrecida. Una cosa es que los años arruguen la piel, pero renunciar al entusiasmo de la lucha por lo que es tuyo, arruina el alma. Resignarse a perder el poder adquisitivo es tirar la toalla. ¡Eso nunca! Lo más triste de la vejez es carecer de mañana. El Gobierno tiene que buscar los 2.000 millones de euros que le faltan para garantizar que las pensiones de los mayores suban equiparándose al IPC y tiene de dónde de sobras. Para empezar, con una buena gestión del gasto público. Eliminando los 12.000 coches oficiales de la Administración; eliminando las millonarias pensiones vitalicias de los altos cargos; eliminando las Diputaciones; recortando al máximo el presupuesto de las autonomías; eliminando el Senado, que es una cámara ociosa e inútil, cementerio de elefantes y parque jurásico donde están todas las viejas glorias de la política de los últimos 20 años, con sueldazo y coche oficial con chófer, para que sigan contentos, por los servicios prestados en el pasado al partido, verdaderos estómagos agradecidos que pagamos todos con nuestros impuestos.

La solución no está en retrasar la edad de jubilación. La solución pasa por una mejor gestión de los recursos. Causa sonrojo que hubo dinero para rescatar a las Cajas de Ahorro y a los grandes bancos desaparecidos, o a las quebradas autopistas de peaje (que fue un pésimo negocio para unos pocos empresarios de pelotazo afines al poder, y cuando resultó un fiasco, llegó solícito el Gobierno y las rescató también con dinero público), y que sin embargo no haya dinero para una pensión digna. Luego llegó la corrupción, la barra libre y el despiporre, y miles de millones de todos fueron vilmente perdidos, malgastado o robados impunemente. Pero no solo eso, también hay de donde ingresar más: las empresas del IBEX 35 aportan menos del 5% de sus beneficios al erario público; a las grandes multinacionales se les exime de tributar en España para que monten aquí sus fábricas y parques de atracciones; los mega-ricos, las grandes fortunas, tienen un ejército de fiscalistas para pagar lo mínimo que se despacha.

Desengáñate, es esencialmente el currito, la clase media con sueldos precarios, la que está acribillada a impuestos, la que mantiene las arcas del Estado. Siempre fue así. Verán. Lo que está pasando con nuestros mayores indignados en manifestaciones diarias en la calle no es de recibo. Los años enseñan muchas cosas que los días jamás llegan a conocer. Y como la experiencia es un grado en la vida, y la realidad se muestra tozuda, les diré que estoy absolutamente convencido que esto se va a arreglar en los próximos días. Primero, porque el PP históricamente ha sido el mayor defensor de las pensiones, considerándolas sagradas en los Pactos de Toledo. Y segundo, porque si tiramos de derecho comparado, en Europa la mayoría de los países de nuestro entorno revalorizan las pensiones conforme al IPC anual para que los ancianos no pierdan capacidad adquisitiva cada año. Se lo debemos. España es hoy por hoy grande gracias a ellos que se reventaron a trabajar. Cuidar a quienes nos cuidaron es un gran honor.

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