Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

G ENTE disfrazada cantando diciéndote adivina quién soy. En eso ya llevamos varios siglos de adelanto en experiencia por el Sur. Lo de convertirlo en un programa de televisión es una osadía que triunfó en Corea del Sur, asombró en Estados Unidos y ha entrado con buen pie en España. Pero sólo hubiera hecho falta una sesión de chirigotas callejeras en Cádiz para sacar aún más inspiración para el nuevo formato internacional de Antena 3, Mask Singer, que aterriza con garantías, vía generosa promoción, y que ha contado con la atención de una audiencia de casi 4 millones de espectadores. Una barbaridad en estos tiempos de dispersión.

El arranque tibio y un jurado que no es jurado aún sin encontrar del todo su sitio (aún tienen que ser más gamberros) quedó compensado con la sorpresa final del descubrimiento de Georgina Rodríguez, una credencial del calibre de este programa de Fremantle. Eso ya asegura un extra de respeto. La productora ya tiene experiencia con Got Talent y llegaba con bagaje para sacarle partido a un auditorio con limitaciones de público y un escenario con limitaciones de espacio (y unos asistentes con gestos americanos).

La primera gala mostró ese recorrido de fiesta descocada de disfraces con algunos enmascarados con gran nivel vocal y otros más justitos, lo que viene a auxiliar el disparate de los disfraces. Arturo Valls actuó con oficio pero en otras manos Mask Singer podría tener por ahí una atmósfera diferente. Atresmedia confía sólo en un puñado de rostros y este estreno con respaldo merecía hacer alguna prueba.

Años atrás Mask Singer habría entrado más desapercibido en el prime time. Pero la noche televisiva está tan ausente de alicientes llamativos que la parada de los monstruos ha sido recibida con expectación e incluso alivio. Las siete entregas restantes, con la mecánica engrasada, deben ir a mejor. En sí no es gran cosa pero esta parrilla del segundo confinamiento es tan rutinaria que los unicornios nos suenan a Hollywood.

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