Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Fin del sueño de los ilusos -entre lo que yo me hallo- que creíamos que España haría algo importante, esto es, llegar a una semifinal, por ejemplo, pues el ganador no quedará muy lejos de mi adorada París o de Brasilia.

La palmamos, como diría un viñero de postín. ¿Quién lo habría pensado tras el excelso siete a Costa Rica? Recurriremos al tópico de siempre: "El fútbol es así", como si el fútbol tuviese entidad propia y no lo que es: obra del hombre, de los hombres que lo cocinan. Y entre ellos y para nosotros se apellida Martínez. Martínez siempre fue mal digerido desde muy joven cuando abandonó las huestes blancas para torear de índigo y grana. Desde entonces su forma de ser y actuar jamás ha caído indiferente; pero ahora, suponía ingenuamente, que, al ser el capitán de la fragata hispana, todos esos esos juicios y prejuicios serían tirados en la cuneta del malpensar. Aunque, al menos entre los medios de comunicación, grosso modo, no ha sido así, desgraciadamente.

Este escritor ve algunas rendijas por las que enjuiciar sin yogur a Martínez y su tropa. En primer lugar, algo que a veces resulta insoportable: ha caído en un guardiolismo que ya no se usa ni en el City, y me refiero a ese juego repetitivo y cansino que se inicia en las botas de Simón, un tipo que nos ha dado más sobresaltos que Putin en los últimos meses y de este intocable de Martínez a Rodri, de éste a Busquets, de éste a Pedri, de éste a Laporte, de éste a Alba, de éste a Rodri, de éste a Llorente y de este modo hasta el día del postrero Juicio, y así se nos ha ido media hora que luego echamos de menos ante la berroqueña horda moruna. Observen cómo, hasta escrito, resulta monótono este jueguecito. De esta guisa, cuando queremos achuchar porque vemos que podemos ir la prórroga, añadido que ningún futbolista desea por motivos obvios, nos falta ese tiempo perdido y a empujones y a rachas intentamos meter a Marruecos en su área mediante centros aéreos laterales, formula de escaso éxito sin contar con nadie que nos recuerde a Santillana, Vaquero o Zarra más que al torpón y afanoso Morata.

Otros señalarán que para estas defensas cerradísimas que nos han opuesto todos nuestros rivales nos habría venido muy bien ese brujillo del área, el Messi celtiña. Pero no. Martínez no quiso.

Pero lo único que no perdono a Martínez es que eligiera a Busquets, para lanzar un penalti. Busquets en los quince años que lleva en el Barça jamás ha tirado, que recuerde, un penal. Y se irá con la pena de ver cómo su última jugada con España ha sido un doloroso yerro. No acepto que Bono estuvo colosal, no. No es la primera vez que afirmo rotundamente que ningún portero ha parado nunca un penalti, sino que siempre falla el ejecutor. Nadie para un penalti fuerte y que vaya a dos metros de altura, nadie, repito.

Señores, que una portería mide 7,32 por 2,44 metros. ¿Vieron fallar alguno a Puskas o a Neeskens?

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