Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Cuando era chico y aún vivía mi abuelo José Quintana, con el cual compartí mi infancia, recuerdo que llegando fechas de carnaval mi casa era una fiesta: mi madre cosía disfraces para los niños y las niñas, mis primas venían a probarse, había un trasiego bonito, diferente al resto del año, con el fondo de Radio Cádiz, Carmen Coya y Pepe Benítez repartiendo coplas en nuestros oídos, y cuando no había emisión se ponía una cinta de Izquierdo en el radiocasette, en cualquier momento podía cantarse alguna copla antigua, sobre todo si venía mi tío Antonio, y los niños seguíamos haciendo papelillos, con cualquier revista que se encontrara, y soñábamos con ser Superman, Patapalo, o el Zorro, practicando en casa con esa espada que tu madre sabía que se rompería antes de llegar al domingo de coros… Pero podía pasar que llegara el día de la Final y alguien dijera "Ojú… yo no tengo disfraz". ¡Vaya! ¿Qué hacemos ahora con este niño, adolescente, o adulto? No hay problema, niño, ven pa acá. ¡Tú te va a disfrazar de Mamarracho! Y mi abuelo se ponía a rebuscar por la casa entre las bolsas de disfraces antiguos, pero también en los armarios, y se sacaba una bufanda, una peluca, unas gafas del revés, una camisa hortera y unas babuchas de paño. Ea, ya tiene el disfraz, niño. Ahora tiene que hacer el tipo, ¿eh? ¡Hasiendo monigueta! ¡Grasioso! Verá la gente cómo se va a reír… El Carnaval de Cádiz es disfraz, y no hay mayor grandeza y dignidad para un gaditano que transformarse en aquello que no es, de forma temporal, para expresar una emoción bonita, haciendo disfrutar a los demás. Por eso no se puede comparar un gaditano sencillo que se disfraza de mamarracho con un auténtico mamarracho de 'carnavalero' que encima va sin disfraz.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios