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Análisis

Manolo fossati

Letras de cambio

Los criterios del "respeto al entorno" deben mirar más allá de la "unidad de estilo"

Andaba feliz no hace mucho por la calle Real, viendo el resultado de la estupenda restauración del edificio del Ayuntamiento y comprobando satisfecho cómo a veces las cosas son buenas aunque no sean breves. Esta impresión favorable se vio reforzada al contemplar el hermoso rótulo que señala que ese palacio admirable y sorprendente, sin duda el mejor del catálogo arquitectónico de San Fernando, pertenece a las Casas Consistoriales. Me gustó a primera vista, como los amores duraderos, por un simple flechazo, pero si tengo que enumerar las varias razones de mi preferencia podría hablar de la elegancia de las letras, claras y limpias, su brillo metálico que resalta y contrasta sobre el tono rojo de la fachada e incluso la denominación clásica utilizada para denominar el inmueble, en lugar del más común Ayuntamiento.

Otras razones, igual de válidas pero para mí insondables, han llevado a que las autoridades encargadas de velar por el Patrimonio ordenen la retirada del rótulo. Ellas tienen más títulos que yo, y por supuesto más poder, para hacerlo. Pero los criterios del "respeto al entorno" deben mirar más allá de una supuesta "unidad de estilo".

He admirado en París la pirámide de cristal que desentona armoniosamente con las fachadas del Louvre, el bofetón del Guggenheim en plena ría bilbaína y el modernísimo Museo de la Acrópolis en Atenas a la sombra de los mármoles milenarios del Partenón. Cientos de ciudades españolas y europeas están llenas de iglesias góticas rodeadas de palacios renacentistas que desafían la unidad de estilo, de catedrales empezadas como románicas y embellecidas con detalles góticos y remates barrocos, de una mezcla de estilos y épocas que engrandecen el Patrimonio y además reflejan el paso de la Historia.

No quiero colocar un simple y elegante rótulo de metal a la altura de los grandes logros del arte humano, pero sí señalar que lo que afea no es la disparidad de estilos sino lo simplemente feo. La polémica sobre el cartel metálico no tiene mucho sustento, aunque bienvenidos sean los debates sobre patrimonio. Quizá el fallo de origen por parte del gobierno municipal (aparte de no pedir la autorización oportuna previa) estuvo en justificar la retirada de otro elemento, el azulejo del Sagrado Corazón, precisamente en que desentonaba y se apartaba del proyecto original. Habría sido preferible decir la verdad: que un símbolo religioso parcial añadido por los vencedores de una guerra no puede presidir una casa civil y obligadamente aconfesional que debe albergar todas las sensibilidades. Parece que en La Isla aún hay demasiadas precauciones para decir según qué cosas.

Una pregunta final: ¿No es mucho dinero 9.500 euros para un rótulo de 19 letras? ¿500 euros cada letra?

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