Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

L O confieso, me he criado con leche cruda. No por esnobismo, sino porque por los tiempos de mi infancia no existían centrales lecheras; bueno, en mi pueblo, Cazalla de la Sierra, ni siquiera había vacas. La única leche que existía era la de cabra, que provocaba no pocos casos de fiebres de malta.

Mi padre, ante esta situación, decidió comprar una vaca para abastecer a su numerosa prole. Se ordeñaba dos veces al día, y se hervía. Uno de los entretenimientos en una infancia rural sin televisión, era vigilar la leche para cuando empezara a subir, retirar la olla del fuego. A la riquísima leche fresca había que añadir la nata que se formaba que, con azúcar, era el desayuno de los más madrugadores.

Y llego la agroindustria, y la leche en botella, y la obsesión por la esterilización y los alimentos manufacturados. Con una publicidad abrumadora se ha convencido a la sociedad que sólo los alimentos envasados son seguros. No importa si la leche esterilizada tiene antibióticos, disruptores endocrinos o dioxinas, ¡Hay que aislar a los niños de las malditas bacterias! Las consecuencias son evidentes, más enfermedades y alergias al entrar en contacto con el mundo real, donde hay que convivir con cantidades ingentes de bacterias.

El invento de Pasteur para esterilizar alimentos y objetos con el calor ha salvado millones de vidas humanas. Pero los alimentos sanos son aquellos que se producen por procedimientos ecológicos, sin productos químicos añadidos. Además, hay que revertir la nefasta tendencia hacia la globalización del mercado de alimentos. La leche que consumimos puede venir de países situados a miles de kilómetros, y no sabemos qué han comido las vacas y dónde y cómo las mantienen.

Por eso es una buena idea que se vuelva a permitir el consumo de leche cruda; eso sí, de vacas controladas sanitariamente y garantizando la cadena de frío. Sabremos así donde y cómo se produce la leche, y repercutirá en un mayor beneficio de los ganaderos y ganaderas.

A los que se alarman, les recomiendo que se den una vuelta por los mercados que proliferan en todas las ciudades de centro y norte de Europa, donde hace tiempo que los ganaderos venden directamente su leche, sin que se haya originado ninguna epidemia. La gente sabe esterilizarla y consumirla de forma segura.

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