Análisis

Juan CArlos Rodríguez

Lecciones de 'El pintor de Batallas'

La bodega Miguel Guerra acoge a partir de mañana en la calle Mendaro una aleccionadora exposición organizada por la Asociación Pro Fundación Batalla de La Barrosa y comisariada por José Luis Díaz de la Torre, denominada simplemente "El pintor de Batallas". La muestra amplía la que ya se hizo en 2011 con motivo del Bicentenario de la Batalla de Chiclana, incorporando, además, el generoso espacio bodeguero como aliado cultural.

La exposición parte del apelativo por el que se conocía a Louis-François Lejeune (Estrasburgo, 1775-Toulouse, 1848), el autor de la representación más icónica de la batalla de 5 de marzo de 1811. Una gran reproducción de la obra -cuyo original se conserva en el castillo de Versalles- preside la nave que acoge la solera del Fino Palillo. Vuelvo aLejeune y a sus "Memorias" para recuperar, como avezado escritor que también era, su paso por Chiclana. Lo tenemos que imaginar días después del 5 de marzo de 1811en el mismísimo cerro de la Torre del Puerco.

No dice los días, pero tuvo que ser entre el 19 de marzo, cuando aún se halla en Córdoba, y el 27 de ese mismo mes, cuando se entrevista con el mariscal Victor en El Puerto e inicia su regreso a París. Lejeune, pintor soldado, enviado personal de Napoléón para examinar el estado de su Ejército Imperial y de la guerra de España, escribe: "Desde las colinas de la Barrosa y de Chiclana, veía en el horizonte la torre de Tánger que dibujaba el comienzo de África al otro lado del estrecho de Gibraltar; luego, toda la Isla de León y los monumentos, los fuertes y la rada de Cádiz, bordeada de marismas saladas, o de miles de montones de sal, situados simétricamente y parecidos a líneas de tropa. La belleza pintoresca del lugar, los detalles extraordinarios de la Bahía y el afecto que sentía por el valiente y apuesto Ruffin, con el que había hecho mis primeras campañas en Alemania -y malherido sobre el pinar de La Barrosa-, me animaron a hacer un día un cuadro sobre el acontecimiento; y antes de abandonar aquel hermoso territorio, hice los dibujos de los que debía servirme para dar a esa composición el sello exacto de la verdad".

Como recuerda Díaz de la Torre en el acertadísimo texto del catálogo de "El pintor de Batallas", el cuadro no lo pintará Lejeune hasta 1824, "trece años después y dentro de una amplia serie de obras sobre batallas napoleónicas realizadas junto a otros autores, como Antoine-Jean Gros". En ese catálogo, sobre todo, examina con rigor y ojo pictórico la batalla según Lejeune. Lo hace provocativamente al exponer comentarios, "algunos de ellos seguramente discutibles y subjetivos", escribe, sobre los presupuestos artísticos de Lejeune y su función eminentemente propagandística.

"Nuestro pintor, además suma el hecho de ser militar -detalla el comisario- y por lo tanto «sabe de lo que trata» cuando pinta hechosbélicos. Si a ello le añadimos que es hijo de la Ilustración,nos explicaremos mejor el afán detallista y «narrativo» de laobra al servicio de la mayor objetividad posible". No voy a reescribir lo que magníficamente ya hace José Luis Díaz de la Torre, solo volver, de nuevo, hacia las "Memorias del general Lejeune" (Institución Fernando el Católico, 2015). "En los momentos de sosiego tras los combates, toma los lapiceros y traza bocetos de los campos de Batalla", describe el historiador Pedro Rújula en su Introducción."Al final de todo está el pintor de batallas. Lejeune no solo es un soldado que recorre la Europa de la guerra -prosigue-, sino un pintor presente en los campos de batalla". Y que estuvo en primera línea en Marengo, Austerlitz, Jena, Danzing o Zaragoza.

Es ese "pintor de Batallas" el que justifica la exposición, eminentemente didáctica, concebida por José Luis Díaz de la Torre. "Entre sus atractivos -señala a propósito de la visión heroica de la batalla de La Barrosa que hace Lejeune-, tal vez el mayor sea la misma figura de su creador; el artista «especializado en batallas» nos atrae provocando diversas cuestiones: la necesidad de justificar y loar un hecho bélico mediante una obra de arte; la cuestión sobre el uso, como un arma más, de la «propaganda» en las guerras; la figura del artista al realizarla y su dudosa objetividad; y, entre otras, quizás la más fascinante, la persistencia de esa figura, el que llamamos «pintor de batallas» a lo largo de la Historia".

Es, por tanto,Lejeune quien guía la exposición, la inspira y, con su propia biografía, la desarrolla. El que, en el hilo narrativo creado por José Luis, está ya en los anónimos autores del mosaico romano de la batalla de Issos, del gran tapiz medieval de Bayeux, en Rubens evocando la batalla de Anghiari según Leonardo, enAltdorfer y su glorificación de Issos, en Velázquez y"La rendición de Breda", en Cándido López en el cruel asalto de Curupaytí, en Franz Roubaud y su infinita batalla de Borodinó, en Dalí recreando la batalla de Tetuán inspirado por Fortuny, en James HartDyke y su testimonio contemporáneo de la guerra de Afganistán. Todos, a la vez, son "el pintor de Batallas". Y todos ellos son Lejeune.

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