Eso digo, que le concedo vacaciones en señal de agradecimiento por soportarme. Está todo tan embarrado que un oportuno silencio se impone después de tanto tiempo haciéndome eco de todos los aplausos atronadores que aparecen por doquier dedicados a nuestros redentores, benditos todos por ocupar en nuestros corazones la gratitud por el bienestar que a manos llenas nos conceden a diario.

Se acaba la temporada y ninguna como esta ha sido tan pródiga en arrepentimientos de los que no han sabido ni freír un huevo, pero han cobrado como chefs de muchas estrellas. ¡Qué alegría oír tanto "lo siento, me he equivocado"! Hasta los concejales de Bordillos y Alcorques de todos los pueblos de este resto de España que nos va quedando han saltado al unísono pidiendo perdón de forma espontánea reconociendo sus incapacidades.

Eso sí, a pesar de los ceses, este ha sido un curso donde han abundado los sobresalientes oficiales. ¿Qué me dice de mi ídola de Cabra, esa fuerza desbordada de la naturaleza, de esa Ley Trans y su documento acreditativo de que "sólo sí es sí" que ha terminado pasando a mejor vida? Dudo de si podremos acostumbrarnos a llamarla ex, cuando hasta metiendo la pata ha tenido su encanto; pero bueno, en la misma tesitura están Ábalos, Duque, Celaá, ¡Redondo…! ¡Qué piara, madre!

Sin embargo, en lo positivo, no debiéramos olvidar lo que hemos aprendido sobre inteligencia artificial, sobre todo la que se utiliza para las llamadas viviendas domóticas, al alcance de todos los bolsillos. Es una pasada eso de dominar el conjunto de las tecnologías inteligentes que se utilizan para la automatización de hogares y/o edificios con el objetivo de mejorar aspectos como la seguridad, la gestión energética o la comodidad. ¡Vamos, como para elegir a voleo una hamaca sin sensores y sin música sensorial incorporada!

Tampoco debiéramos olvidar la experiencia de la pandemia, esa hipoteca que ya hemos contraído de por vida; porque con las pandemias como con el rascar, todo es empezar: no existe mejor ni mayor herramienta para gobernar por decreto; o sea, la fórmula para ir limando las competencias institucionales y disponerlas al gusto del mando único de forma que la ciudadanía pueda gritar de nuevo ¡vivan las cadenas! mientras se gesta el cambio de Régimen, que de eso se trata.

Pero, bueno, a lo que vamos, a sus merecidas vacaciones. Como todo es virtual, ¿quién le quita a usted transformarse en el que siempre ha querido ser? No entro en el modelo. Cada uno es muy dueño de haber deseado ser aséptico y escéptico; esto es, poder practicar el arte de la indiferencia ante las ideologías, el folklore televisivo (informativo, más bien); ante el futurismo de diseño; ante la gestión llevada a cabo en salud, educación, paro, industria y, por qué no, ejercer su derecho a decidir por sí mismo, eso tan imposible de alcanzar a estas alturas.

Claro hablamos virtualmente, sin confundir indiferencia con desprecio. Sus preocupaciones merecen un tiempo de relax absoluto. Para ayudar a que lo consiga les ofrezco estas vacaciones.

En septiembre ya veremos.

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