Análisis

aNA SOFÍA PÉREZ- BUSTAMANTE

LECCIONES DE VIDA

La docencia puede ser muy aburrida, o no. El año pasado se me ocurrió proponer a mis alumnos que reseñasen la novela Panza de burro, de Andrea Abreu, con el aliciente de que si alguna de las reseñas me parecía digna, la incorporaríamos a la Revista Digital de la Real Academia Hispano Americana. El resultado fue espectacular y de hecho cuatro de esas reseñas figuran en el último número de la revista (www.raha.es). Este año les propuse contar la vida de algún familiar siguiendo el modelo de Belén Gopegui en Ella pisó la luna. Ellas pisaron la luna. Luis Ruiz de Gopegui, físico y director de las estaciones de seguimiento de la NASA en España, fue un científico relevante que estaba ahí cuando el hombre pisó la luna. Gopegui cuenta también la desconocida vida de su madre, Margarita Durán: una mujer que no pudo ser médico porque en su época las mujeres no lo eran, que se conformó con enfermería y tampoco, porque tuvo una hija con parálisis cerebral y se dedicó a cuidarla. Lo hizo por amor y con amor, y ayudó a otras mujeres que tenían el mismo problema sin contar con recursos. Luego Margarita Durán se puso en contacto con las madres de la Plaza de Mayo y contribuyó a fundar la sección española de Amnistía Internacional. El mensaje de Gopegui es que detrás de los grandes logros, normalmente masculinos, está el trabajo invisible (invisibilizado) de muchas mujeres, sin el cual no hubiera sido posible que nadie pisara la luna. Ese es el mensaje de Gopegui, que invita a recuperar la memoria de las madres, y de los padres, antes de que el olvido se lo lleve todo. Mis estudiantes lo han hecho y el resultado me emociona. Cuántas mujeres (del medio rural sobre todo) criadas sin expectativas de futuro, cuántas vidas dedicadas a cuidar de los demás, afrontando embarazos prematuros, largas enfermedades, divorcios sin dinero. Mujeres anónimas, jóvenes aún, saliendo adelante, intentando conservar la fuerza, la alegría, la ternura, para que sus hijos cumplan sus sueños. Todo esto hace ver que sigue haciendo falta un feminismo militante para que cambien las cosas. Podrá no gustar la cara radical de ese feminismo, pero esa cara tiene una raíz profunda en el dolor y la rabia de una larguísima sumisión.

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