Nunca he ocultado mi simpatía por el alcalde de Cádiz, compi de facultad y de profesión (en un artículo incluso evoqué aquellos días en que lo veíamos por los pasillos de Filosofía y Letras). Quién nos iba a decir que años después sería Kichi I El Bueno y que dejaría una huella imborrable por mayoría aplastante en los comicios del Cádiz de la Resistencia. Por eso, por la evidencia de su calidad humana (innegable) quiero mirar su mandato y su obra, su tiempo en el trono de piedra ostionera, sin permitirme ni una gota de escepticismo.

No me consiento opinar, por bajinis, que vaya tela la que está liando poniendo a Cádiz en el mapa, pero rodeado con rotulador rojísimo. Servidora no es nadie, por eso, ni mú, qué quieren que les diga, que hay pajaritos de esos de Varys en Juego de Tronos, espiando detrás de las paredes. Sí, me autocensuro una barbaridad, y mantengo a raya la causticidad, porque el muchacho me cae bien, porque lo que dice y lo que hace podría ser muy sensato, solidario y sincero. Y quiero pensar que sí, que sincero sí que es, y que no es ingenuo nada de nada. ¿Populista? Anda ya. ¿Demagogo? Ni mijita. Y hago mutis por el foro, y cierro los ojos ante el follón del Open Arms (que ya ha encontrado otro buen puerto) las mareas de comentarios que van del “bien, Kichi, bien, picha” y “ole, ahí está el tío”, hasta aquellos que lo insultan y lo tildan de histriónico personaje al borde del ridículo más absoluto, cuyas ideas utópicas van en bici a todas partes, incluso sobre las aguas de los mares llenos de barcos a la deriva con personas, sí, personas torturadas, en peligro, y necesitadas, sobre todo, de su atención y ayuda.

Lo cierto es que estos tiempos nuestros desconfiamos del poderoso, sea como sea, aunque no lleve corbata (todo el que gobierne, aunque sea elegido democráticamente, es el que manda). Si alguien alza la voz con bondad y voluntad de cambio, algo oculta, algo busca, y es que los ejemplos son muchos a lo largo de la historia. Al mismísimo Jesucristo se lo cargaron, con perdón, por sus ideas revolucionarias, y por populista, ¿o no?

Es sabido que cualquiera que destaque, aunque lleve razón, molesta, molesta una barbaridad. Por eso me preocupa que los mismos que adoran y siguen a Kichi I El Bueno, dejen de hacerlo, de un día para otro, que sus posibles pasos en falso y sus errores cimienten un posible Gólgota viñero, que cesen los aplausos de golpe y que se le seque la yerbabuena. Porque –hay que admitirlo– los gaditanos somos así, críticos feroces, con el ánimo apuntalado como muchas de las casas de nuestro corazón. Y él, lo sabe.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios