En vez de 'El día del Señor' me decidí por el debate de investidura en Andalucía, y vi el discurso del candidato Bonilla. Aparte de matar al aburrimiento con sus propias armas, me llamó la atención que citara como sus modelos de andaluz a García Lorca, Blas Infante, Antonio Machado, María Zambrano, Juan Ramón, Picasso y Alberti.

No era necesario, pero sus nombres quedan bien en cualquier discurso, le dan fachada (con perdón) intelectual y le prestan escenografía. Tres capas de perlita al escuálido curriculum de Bonilla.

Eso sí, claro que puede citarlos: son andaluces universales, no pertenecen a nadie y menos a ningún partido político.

Pero resulta que Bonilla y su partido van a derogar, por exigencias de su socio Vox, la Ley de Memoria Histórica, marco legal que protege y ampara a las víctimas andaluzas del fascismo. Y resulta también que Lorca y Blas Infante fueron asesinados y siguen desaparecidos, Machado murió huyendo del terror fascista y Zambrano, Picasso, Juan Ramón y Alberti se exiliaron por idéntico motivo.

Pura paradoja. A no ser que Bonilla y los suyos quieran hacernos creer que Lorca murió de un catarro, que Blas Infante se disparó a sí mismo y que Machado no fue al exilio, sino de Erasmus…

Y por supuesto no hubo ni una sola mención, ni una, al resto de andaluces que fueron asesinados en Cádiz, Puerto Real o Pozoblanco y que yacen en cunetas y fosas comunes. Ni una palabra al derecho a la verdad, justicia y reparación que exige hasta Naciones Unidas.

He aquí la habilidad de la derecha para administrar el pasado a su manera, y recuperar de él lo que considera útil para su propio presente.

Entretanto, la izquierda enredada en bizantínicas y vanas peleíllas. Como los antiguos maniqueos, fragmentados en múltiples bandos: los encratitas enfrentados a los sacóforos, los hidroparestes contrarios a ambos, los apotácticos enemigos de los primeros. Y mientras se rompían en trozos, el tren de la Historia pasaba sobre ellos.

Así que si Bonilla dice que va a enarbolar el blanco estandarte de la anticorrupción, que lo diga. Aunque da risa, perteneciendo al partido al que pertenece.

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