Mayo marcea pero nadie recuerda si marzo mayeó, dice José Acosta en las Montañas mientras le da besitos a un chaquetón con pedigrí de gordo. Igual tampoco nadie recuerda si prometieron y no hicieron o si van a hacer, que una promesa fue el tranvía y por aquí no pasa, dice Epímaco Sánchez, al que todo el mundo llama Aurelín, y nadie sabe el porqué.

Pero en la tertulia anterior, o sea en Maitinalia, por culpa de las elecciones, las redes sociales y la madre que las parió, la feble y débil amistad intelectual, se resiente como la pata sin cola de una silla de anticuario. Manolito Fernández si, explico, usted dice Maduro afirma Santo Varón, y si pronuncia Guaidó, asevera: payaso. Así va la mañana. En esa balanza conspicua. Manuel Fernández Coca, en su presidencia del Mercado, tiene que aclarar en la tertulia y en las redes sociales que no malinterpreten sus conversaciones con el Ayuntamiento, al que nunca ha echado tierra. Con lo del lío de la obra. Aclaro. Las redes sociales son como los horóscopos, astrólogos y farautes de sueños, que muerden el odio que les da de comer.

El profesor Vázquez Bermúdez afirma que nunca vio la cultura del estudio más baja. Poco se prepara el alumno para jugar en el tablero de la vida. Entonces, Andrés Castilla opina que no hay vida fuera de los libros. Hay bárbaros. Melchor Ramos Alba cuenta la historia apócrifa de Pedro Pistola, gordo y embutacado, al que nunca vio nadie trabajar.

Voy al hospital. Creo que padezco gonococia intramuscular. Allí me trufan a pinchazos. En el acto del dolor me acuerdo de mi amigo Mané García Ramos, adoleciente de una intervención. Una radio que tiene alguien ofrece la verborrea catilinesca de todos los partidos pidiendo votos. Marea la palabrería insustancial y vana y también insultante, en algunos casos , más demodé que algunos candidatos. Nescit vox missa reverti, no puede volver la palabra una vez salida de la boca, como afirma Horacio.

Cuando tomo el autobús para San Fernando, el conductor dice que me abroche el cinturón. Lo hago. Dicen que son doscientos euros de multa. En la penúltima parada montan personas que van de pie. ¿Gente de segunda clase? Por lo visto así no multan. ¿Y la ley de ambigüedades y desafueros? ¿El autobús es un ejemplo multicultural?

A servidor que tiene mitocondrias en los tobillos le cuesta trabajo discernir, a veces, el grado de egiptalización de La Isla. Llena de momias. Con las mismas promesas de todos los partidos y sin que nadie hable de trabajo para minusválidos. ¿Exclusión social y laboral? Las incongruencias son como una salsa rara para el alma. Mejor afiliarse a Romanistas sin Fronteras. Entre la cultura sostenida a las alturas de una pértiga con licenciados en macollas y perillas y la cultura devenida de más allá de las maniguetas públicas, las tertulias siguen en polibarbarismos y subaquelarres lingüísticos. ¿Llena de momios? Sí. A cuanta gente no le dicen Tu tan mamón…

En la tertulia de las Montañas, José Acosta dice que lo de la Bernarda está más vigente que nunca. Con mi midriasis poplítea no me entero de ná. Y el Acosta asevera que un rebuzno es el sentido alfabético de una expresión corporal. Apaga y vámonos.

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