Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

Se tarda mucho en conseguir mejoras de las administraciones locales, autonómicas, nacionales… El arreglo de aceras, las rebajas de bordillos en los pasos peatonales para adaptarlos a sillas de ruedas, carriles bici, aparcamientos para ellas, adecentamiento de plazas y jardines públicos… Es cierto que al final todo esto lo pagamos con nuestros impuestos, pero las recibimos con la expectación propia de los grandes regalos. Lástima que, además de llegar tarde y con menos frecuencia de la que desearíamos, muchas veces duren tan poco. Nunca he entendido esa forma de diversión, casi siempre nocturna o, a veces, al amparo de alguna reivindicación, que arrambla con lo que encuentra al paso, actos infructuosos que dejan un rastro de vandalismo y desolación. Señales de tráfico arrancadas y tiradas en cualquier sitio, carritos de hipermercados atravesando aceras, pintadas sobre mobiliario urbano recién estrenado, bancos rotos, fuentes públicas destrozadas a golpes, coches arañados, ventanillas rotas…

No sé ustedes, pero yo, cuando sufro en mi entorno algunas de estas “intervenciones”, siento una sensación de desagrado en el estómago. Es como una invasión en la intimidad de lo común que me causa un profundo rechazo y extrañeza. ¿Por qué arrancar una señal de tráfico? ¿Por qué alguien pasa, por ejemplo, delante de casa y piensa que un coche de baja gama, viejo, con la pintura saltada, necesita de una comprobación por si encerrara algún tesoro oculto? La visión de la ventanilla bajada, la guantera abierta, el asiento salpicado con los inútiles cachivaches que contenía, un bolígrafo, una lima de uñas… me produce una desolación probablemente provocada por mi incapacidad para entender. ¿Se intenta demostrar algo a alguien? ¿A uno mismo? ¿Se hace porque una calle solitaria invita a hacer un acto que quedará impune? Me desconcierta encontrar patinetes eléctricos tirados a lo largo de las aceras, en las playas, incluso en mitad de un stop. No sé si es más divertido dejarlos así o una muestra de chulería, esa superioridad del que ha pagado y sabe que alguien vendrá a recoger lo que ha abandonado. Somos tan inciviles que hasta hemos dejado que la palabra pase de moda.

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