Análisis

SARA ACUÑA GUIROLA

Impunidad de las vejaciones a la religión en la red

Internet se ha convertido en uno de los principales medios para difundir alegatos de odio y organizar grupos de intolerancia extrema. La libertad de expresión, que es el cauce para la formación de una opinión pública libre, en su reverso se encuentra arengas de odio, que se dirigen contra un grupo determinado de personas o instituciones concretas, como son las diversas religiones, con el fin de desprestigiarlas. En nuestro contexto global, el eco de este tipo de manifestaciones se multiplican a través de las redes, donde las palabras y los hechos se agrandan con imágenes, teniendo así servido el camino para sembrar el odio.

Ante esta realidad me pregunto: ¿la libertad de expresión ampara la difusión de cualquier idea, incluso las que mancillan la dignidad? Por supuesto que no, pero la situación es grave, porque se carece de normativa aplicable, así como de órganos judiciales específicos. Además, hay que tener en cuenta que aquello expresado, siendo delito, normalmente es anónimo, por lo que ese camino del que hablo queda abonado.

La Federación de Comunidades Judías de España, la Conferencia Episcopal Española, la Comisión Islámica de España y la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España han hecho público un comunicado conjunto ante las ofensas a los sentimientos religiosos que todas reciben. El cristianismo, la religión con más seguidores del mundo, es una de las más perseguidas.

Centrándome en nuestro país nadie puede dudar sobre el creciente odio que existe hacia la Iglesia católica y de las vejaciones que recibe. Las redes sociales no son espacios de impunidad. Lo que es ilegal en la vida real también lo es en Internet. . El Código Penal español, aprobado en 1995, recoge como delito la ofensa "a los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa". En España está tipificado el insulto religioso, la ofensa a los sentimientos religiosos, que son los delitos de escarnio y el de profanación, pero se confunden los alegatos de odio, no protegidos por la libertad de expresión, y la opinión crítica que sí ampara dicha libertad. La imagen de la Iglesia que se presenta no puede ser más funesta, llegando a manipular la doctrina y a realizar caricaturas de lo más aberrante, de símbolos e imágenes veneradas por la sociedad que se llama católica.

No obstante, la interpretación, en muchos casos, de los jueces y de la doctrina jurídica hace que no se condene a nadie, desde hace años por el delito de escarnio. Pienso que se tiene el propósito de injuriar pero los jueces siempre encuentran otro sentido a esas acciones, como hacer reír, criticar sin maldad etc… En mi opinión esto no se puede solucionar, si no es a través de una adecuada educación cívica que muestre la conexión entre el cristianismo y los grandes ideales de la democracia occidental; Si no es de esta manera los "delitos de odio" continuarán movidos por minorías, cuya intolerancia reposa sobre su profunda ignorancia.

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