Puente de Ureña

Iconoclastia y mediocridad

Queremos pues o quieren cambiar la historia, plazas, nombres, estatuas, lo que sea

En el capítulo LXI de la segunda parte del Quijote, el bandido Roque Guinart, con sus congéneres cuasi políticos, ojo que no es invención mía sino que el medievalista y cervantista catalán Martín de Riquer, aclara que se trataba de un bandolerismo con estrechas relaciones con los gascones franceses, derivado de las antiguas luchas feudales, lo que le daba un matiz político. Ergo, repito, el sicario de Roque recibe al hidalgo de la triste figura, con los siguientes piropos: "Bien sea venido a nuestra ciudad el espejo, el farol, la estrella y el norte de toda la caballería andante, donde más largamente se contiene, bien sea venido, digo, el valeroso don Quijote de la Mancha: no el falso, no el ficticio, no el apócrifo que en falsas historias estos días nos han mostrado, sino el verdadero, el legal y el fiel que nos describió Cide Hamete Benengeli, flor de los historiadores".

Pues bien, hace unos días, la alcaldía de Barcelona y su alcaldesa, con su equipo de gobierno municipal, formado por los comunes de Ada Colau y los socialistas de Jaume Collboni se han convertido en los nuevos molinos de viento contra los que se estrella Don Quijote.

Nada de lo que huela a España será aceptado por una Cataluña que, en el fondo, está gobernada por el dinero de sus oligarcas. Resulta pues que el autor tan leído casi como la biblia y su mítico personaje con, no olvidemos, ideal caballeresco, es rechazado por la burricie, de burriciega, de otro ser sin formación ni discernimiento, pasional y violenta, acaso más mediocre que submediocre, un blictiri, porque es la mediocridad la que no admite colaboradores que le hagan sombra.

Cervantes, piropeó a Barcelona en el capítulo LXXII de su segunda parte, calificándola como "archivo de la cortesía, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos, correspondencia grata de firmes amistades y en sitio y en belleza único" y a los catalanes, en El Persiles: "Los corteses catalanes, gente enojada, terrible y pacífica, suave; calidades que por defenderlas entrambas se adelantan a sí mismos, que es como adelantarse a todas las naciones del mundo".

Pues bien, se conoce que el desamor sí que no tiene fronteras, y, me viene a la mente, una publicación titulada El Asno Erudito, fábula original, obra póstuma de un poeta anónimo, publicada por Pablo Segarra, Unos versitos muy clarificadores, parecen señalar la situación. "O que a lo más el mulo/si junta a la ignorancia/ con mucho maldecir mucha arrogancia/ a Dios gracias en ser tan ignorante/ nadie me va delante/…".

Queremos pues o quieren cambiar la historia, plazas, nombres, estatuas, lo que sea. Malos tiempos para la lírica y las estatuas, ya se ve. Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso, que dijera Cervantes. Porque la muerte ignora el pedestal.

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