Huesitos de santo

Tengo ganas de ir al sarao que monta una familia isleña en Camposoto

Nunca he sido muy de Halloween, la verdad. Siempre tuve aversión a la casquería y los monstruos (sobre todo desde el Thriller de Michael Jackson). Recuerdo el miedo que pasaba en la Feria del Carmen cuando paseaba por sus callejuelas y veía el tren de la escoba, la casa del terror o la caseta municipal. Nunca me hizo mucha ilusión pasear por el mercado de abastos y contemplar aquellos pollos disfrazados por un grotesco sentido del humor. Que lo respeto, ¿eh? Pero no eran cosas que me extasiaran, precisamente. Tampoco he ido nunca a una representación de Don Juan Tenorio en la noche de difuntos. Para mí sólo han existido las versiones del conquistador que esbozaron Lord Byron y Rafael Marín. Lo reconozco: soy un pelín raro. A lo que sí soy adicto es a los huesitos de santo. Siempre me he pirrado por los de La Victoria, los de La Mallorquina y, últimamente, los de La Artesana. Deliciosos, todos.

Dicho lo cual. Tengo ganas de ir al sarao que monta altruistamente una familia isleña en Camposoto, que, por lo que he visto en fotos, es algo digno de encomio. Posiblemente me recordará a aquel no tan lejano Halloween que pasé en la Base de Rota americana con Luismi, Sara y Eduardo. Los yanquis para estas cosas son la leche. Cada jardín de cada casa era un ejemplo de originalidad, el ambiente que se respiraba era aterrador y, al mismo tiempo, tierno. Los niños pululaban entre calaveras, muertos y zombis con sonrisas desencajadas.

Recuerdo a mis propios hijos cantando el "trick or treat" como si fueran de Wisconsin, recibiendo chocolatinas extranjeras tan deliciosas que debe estar prohibido que se vendan aquí. Los tengo como locos pensando en qué tipo de disfraz van a ponerse este puente exclusivo para niños y excluyente para padres. Yo hace tiempo que no me disfrazo. Vamos, que uso siempre los mismos disfraces, si somos precisos. Y eso que no soy político ni hago encuestas. En este día de todos los santos alguna empresa encuestadora habrá adelantado que los disfraces de monstruo más usados (y los pollos más travestidos en las plazas y mercados) serán los de Franco, Abascal y Pablo Iglesias. La semana pasada comenté en un programa de televisión a Ana Huguet que sigo sin creer en las encuestas, esas ensaladas aliñadas a gusto del comensal (que al final es quien las paga). Si nos gustan avinagradas, que nos bajen la intención de voto y si queremos edulcorarlas, que anuncien un éxito rotundo. No dejen de probar nuestra especialidad: el salmón a la Tezanos. Delicioso, aunque no tanto como los huesitos de santo.

Eso sí, el 11-N veremos qué fantasma resucita y a qué zombi entierran, y de aquí a entonces nos aterrorizará la espeluznante historia de miedo de la subida del IBI por culpa (dicen) de la tasa consorcial. ¿Truco o trato? Qué más da, si esto es La Isla. ¿Será por dinero?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios