Les hago una pregunta, ¿Saben ustedes reconocer a un carnavalero de paisano? No por el tipo o el foame ni por el maquillaje descomunal que se lleva hoy, digo de calle y con la cara lavada. Es un decir.

Hay un modo infalible de distinguirlos y es por el saludo. Como cualquier otra especie animal y de manada, guardan códigos y pautas de comunicación en sus rebaños o piaras.

No soporto el saludo de la gente del Carnaval. Con lo bueno y correcto que es dar por lo menos un "buenos días". La gente del Carnaval tiene unas formas de saludar que les identifica.

Uno es el saludo fraterno. Que se lo reservan entre ellos porque por lo visto son todos hijos de los mismos padres prolíficos: "¡Adiós hermano!" Todos son hermanos, hermano para arriba y hermano para abajo. Con tanto hermano por allí y por allá parecen el padre Saturio en el convento de Santo Domingo.

También practican un saludo genito urinario, el "Adiós pollita", o la variante "Adiós picha mía". Esa castidad de no usarla hasta el extremo de despedirse del propio pene es de psiquiatra. Freudiano.

Y el peor de todos, muy en consonancia con lo que hacen en el Falla, es el onomatopéyico saludo berreo, también con dos versiones. El ¡"Aaaaaajaiiií" o el "¡Jeeeee eí!" que se reservan los endiosados monstruos para responder al de los insignificantes carnavaleros cuyos nombres ignoran.

Todos menos el saludo tradicional español de todo bien nacido: A la paz de Dios.

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