Esta jornada de liga el Cádiz recibió al Oviedo. Dos puntos que se escaparon en el último suspiro, pero el fútbol es así, y el partido no termina hasta que lo indica el árbitro. Tras el encuentro llega la rueda de prensa donde cada entrenador realiza su valoración de lo sucedido.

Juan Antonio Anquela hace una declaración poco afortunada en Diario de Cádiz. El titular es: "¿Echar el balón fuera? Esto es un juego de hombres". El entrenador del Oviedo se equivoca. El periodista le preguntó por la jugada en la que no echaron el balón fuera y el entrenador explica su postura. Es cierto que echar el balón fuera cuando hay un jugador en el suelo es un acto voluntario.

Los equipos pueden decidir, cada uno por separado, qué hacer en esa situación y actuar en consecuencia.

Quien decide no echar el balón fuera deja a la consideración del árbitro la decisión de si hay que parar el partido o no. Está en su derecho. Pero su comentario final sobra. Primero porque el fútbol no es un juego de nadie. Pueden jugar hombres, mujeres, niñas y niños. No es un "juego de hombres", solo es un juego.

Completa su declaración con algo más grave: "Si fuéramos mujeres, que juegan muy bien, vale, pero somos hombres". No funciona así la cosa míster. La normativa en el caso de las mujeres es la misma. Se toma la decisión de echar fuera el balón con el mismo sistema. Aunque usted decidiera echar el balón fuera si entrenara a un equipo de mujeres, hacer esta declaración sobra.

No hay reglas para hombres y mujeres, hay reglas para el deporte. Este fútbol y este mundo irán mejor si dejemos de pensar en diferencias de sexo, y comenzamos a plantear que todos somos personas.

El hombre no es más, la mujer no es menos, el fútbol es cosa de personas.

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