Hemos vivido tantas campañas en los últimos meses, que siento vivir en un déjà vu político.En esta última se ha colado, tímidamente, el cambio climático. No tanto por propuestas concretas de los partidos, sino por el posicionamiento de cada quien sobre Greta Thunberg, el icono ecologista actual y quizás la persona más juzgada públicamente de los últimos tiempos. Ni a los concursantes de realities se les somete a una crítica tan visceral. Que si se expone demasiado a los medios, que debería estar en clase, que detrás hay grandes corporaciones, que sus padres se están haciendo de oro, que siempre parece estar enfadada, que va de lista…

Vale que alguien cuestione que su nivel de exposición pública sea lo más adecuado para una adolescente, pero no se escuchan reproches tan airados a los cientos de youtubers de su misma edad -y muchos menores- con millones de seguidores, o a los jugadores que debutan en equipos de fútbol de primera sin haber acabado la Secundaria. Vale que alguna empresa/organización/partido pueda querer sacarle provecho a su tirón, pero eso no se le puede reprochar a ella. No conozco a sus padres y no sé si simplemente apoyan la causa de su hija o son unos ambiciosos; de lo que estoy segura es de que no han sido las personas que más daño han hecho al cambio climático, como se ha llegado a decir en un debate electoral. Y sí que es lista, al menos más que quienes han ignorado durante décadas las alertas de científicos y otros activistas que advertían exactamente de lo mismo.

Los haters de Greta creen que debería ser una chica modosita y bien peinada, que nos dijera con una sonrisa que todos podemos hacer algo para combatir el cambio climático, y nos animara a salvar el planeta con un hastag en redes sociales. No encaja con lo que esperan, y por eso la tildan de extravagante, exagerada, manipulable. Vamos, de lo mismo que desde hace siglos han tildado a cualquier mujer que se salía un poco de su papel: de histérica. Es una burda forma de intentar acallar su mensaje, y una prueba más de que, llegados a este punto de urgencia, no hay otro modo de hacerse escuchar.

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