Poco antes del confinamiento me pusieron perro para obligarme a salir de casa. (Soy persona que se confina porque sí). Desde que Chispa llegó llevo una existencia callejera y contemplativa. Por ejemplo: ¿se han fijado en la acacia de Constantinopla, con sus flores que son como abanicos peludos de escobilla? ¿Son conscientes de que en el parque de la Juan Carlos I hay "árboles de fuego" con manojos de caperucitas rabiosamente rojas que además tienen el suelo alfombrado como si fuera un cuadro de Monet? Por la noche la flor de hibisco se enrosca sobre sí misma hasta que vuelve el sol. Otra parte de mi vida transcurre por wasap.

Esta ciudad trimilenaria, cuna de la libertad, vive últimamente con los ojos puestos en el culo de su alcalde. Algún desocupado sorprendió a José María González sentado en una terraza con un pantalón flojito y las nalgas sonriendo por encima de la cinturilla. Y ¡clas! la imagen circula por la España normal, la España foral, la España catalanoenloquecida y el corredor aéreo germanomallorquín. Previamente nuestro inefable Kichi había sido viral por otra historia. La gente se ha puesto a llamarle "gordo" sin compasión, hasta el punto de que se ha visto obligado a explicar que la gordofobia es tan incívica como la homofobia o el clasismo. Y es verdad. Como gorda que ahora estoy sé que me he pasado a la cara oscura; no me sonrojo pero vivo disfrazada de Nana Mouskouri.

Luego está el clasismo. Es el de la gente que teme la revolución podemita pero lo que verbaliza es un malestar por su vestuario. Porque vale que tenga uno que afrontar un tsunami de impuestos, pero lo que no es de recibo es que te los imponga un tipo en camiseta de tirantas. Me vuelvo a mi ordenador a corregir los picomil trabajos de la teledocencia. Esos donde mis alumnos, queriendo escribir fino, llenan sus párrafos de conectores como "Así pues", "Como bien hemos dicho", "Por ende" y "Como no podía ser de otra manera". Así pues, cuando tenga otro perro lo voy a llamar Gordi. Mi perro irá desnudo, como bien hemos dicho, aunque para entonces puede que tenga derecho a voto y prefiera ir vestido. De Demis Roussos, por ende (como no podía ser de otra manera).

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