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Análisis

Guillermo Alonso Del Real

¿Gana la Banca?

Julio Camba alertaba sobre el poder creciente de la economía financiera encarnada en los bancos

Todavía no he salido de mi asombro tras saber que la señora Botín, presidenta, dueña o capomafia del Banco de Santander, ha tenido la insolencia de indicar al presidente del Gobierno de España (provisional y futuro) las alianzas que debe realizar tras las elecciones generales del día 28; por supuesto con la derecha llamada Ciudadanos.

Tal osadía me parece intolerable, sea quien sea ese Presidente; llámese Pedro, llámese Mariano, llámese Periquito el de los Palotes. Que hay presiones de la banca sobre los poderes públicos es cosa sabida, pero la desfachatez de hacer públicas tales presiones raya en la desvergüenza e implica un desprecio por la voluntad ciudadana que difícilmente se puede calificar de democrático.

Cierto es que estas elecciones han puesto en primer término algunas "emergencias" (de "emerger"), por llamarlas de esta manera.

Todos sabíamos que en el seno del Partido Popular residía un embrión fascistoide, que ha surgido a la luz bajo la tenebrosa figura de un partido, verdadera escisión del antes mencionado; claro que me refiero a VOX, sorprendentemente "voxeado" por ciertos medios de comunicación, que también han prescindido de su máscara de honorabilidad y se han descarado. Mejor así: cuentas claras y el chocolate espeso, como decía mi abuela. La hora de las más desagradables epifanías.

Ciudadanos también ha hecho bueno aquello de que la cabra tira al monte, manifestando con toda claridad su vocación derechista, tras abandonar por completo sus antiguas pretensiones de centro político. Veremos cómo le luce el pelo a nuestro aspirante a "líder de la oposición", cuestión de tiempo.

Pero volvamos a la banca. Hace ya un montón de años el insigne Julio Camba, singular e interesante personaje, alertaba sobre el poder creciente de la economía financiera encarnada en los bancos.

El artículo de don Julio comienza así: "Nuestra riqueza… más bien va en disminución que en aumento, y, siendo así, ¿cómo se explica la constante fundación de nuevas casas de banca en la capital. Pues por eso precisamente, querido colega: porque nuestra riqueza va en disminución."

Camba era muy aficionado a la paradoja, incluso en su propia vida, ya que su trayectoria política parte del anarquismo más radical hasta desembocar en la derecha más o menos franquista que se hace patente en sus artículos de ABC y Arriba. Hago gracia a nuestros queridos lectores de otros párrafos del artículo escrito por nuestro contradictorio gallego más internacional, pero no me resisto a citar otra de sus expresiones que más veo que vienen al pelo: "Una nación se hace lo mismo que cualquier otra cosa. Es cuestión de quince años y de un millón de pesetas. Con un millón de pesetas yo me comprometo a hacer rápidamente una nación en el mismo Getafe, a dos pasos de Madrid."

Tomen nota los nacionalistas de cualquier laya y jaez, pero háganme el favor de multiplicar los millones, que hoy un millón de pesetas (o de euros) no da ni para sobornar al ayudante del mayordomo de la prima de un corrupto de los muchos que disfrutamos dentro y fuera del talego.

Lo de los bancos vivido en el día a día por el ciudadano de a pie, sin necesidad de remontarnos a los "capo di capi" tipo Botín, también tiene su mandanga o cacaruca. Seguro que el amable lector podría ampliar con su propia experiencia la pequeña anécdota que paso a referir.

Pongamos que dos caballeros locales, a los que podemos llamar Leandro y Crispín, con permiso de Don Jacinto Benavente, han creado una asociación cultural sin ánimo de lucro, ya que si tuvieran ánimo de tal estarían bien lucidos. Leandro y Crispín aspiran a percibir alguna ayuda pública modesta, muy modesta, para el desarrollo de sus actividades; pero para que les sea otorgada y abonada, necesitan una cuenta bancaria, porque en este País es la única forma posible de percibir ingreso alguno es ésta. Normal, no fuera que los mil eurillos de la subvención acabasen en las Bahamas o financiando el terrorismo islámico.

Total que los dos pobres individuos inician una peregrinación bancaria con el objeto de abrir su cuenta. En el primer establecimiento visitado, se les informa de que han de satisfacer una comisión de mantenimiento de quince euros trimestrales, más no sé qué otra comisión permanente absolutamente obligatoria.

Leandro y Crispín se miran presas del asombro y con la música a otra parte. Segunda estación del Via Crucis: No sólo hay comisiones, sino que en ese momento no te pueden atender y es preciso implorar audiencia para una fecha indefinida… Y eso que tienen sus nóminas domiciliadas desde antiguo en esa misma entidad… La tercera estación: oración blasfema en el huerto, porque hay tal cola para realizar gestiones, que más vale desistir.

Resumen: Leandro y Crispín acaban en una terraza frente a sendas cervezas oscilando entre la hilaridad y el cabreo.

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