En la época grecorromana ya existía la creencia de que la diosa Fortuna, conocida como Thyche, atribuía a los mortales al azar, buena o mala suerte, felicidad o desdicha.

Durante el Medievo el prestigioso Boecio, ministro de Teodorico, fue injustamente acusado de conspiración y condenado a muerte. Durante su tiempo en prisión escribió una de las obras más prestigiosas de la Filosofía Medieval: “Consolación de Filosofía”. En ella desarrolla el modelo iconográfico de la Rueda de la Fortuna y plantea grandes reflexiones sobre Dios, el bien, el mal, la felicidad, la libertad o el destino. ¿Por qué se da el mal y quedan muchas veces los malos sin castigo?

Suele representarse a Fortuna en una rueda donde gira una persona en cuatro momentos de su vida: reinaré, reino, reiné, estoy sin reino.

La misma idea de su carácter inestable aparecerá en Carmina Burana, durante los siglos XII y XIII

Sin menospreciar la enseñanza del pensamiento antiguo, la actualidad nos sorprende cada día con continuos altibajos de personas desconocidas que triunfan y otras que, estando en la cumbre político-social, caen. Por lo general, con los personajes caídos, parte de la sociedad se ensaña. Como si no fuera bastante su desprestigio, no paramos de oír sus despropósitos una y mil veces..

Da para pensar. Podríamos preguntarnos si estaba escrito o fue el azar. Nuestra propia experiencia nos muestra como la suerte o la adversidad puede aparecer en un instante y trastocar nuestros planes.

Niego que exista una rueca distribuyendo al azar gracias y desgracias o que nazcamos con el destino escrito. ¿Dónde estaría entonces, nuestra libertad?

Boecio lo ratificó antes de su muerte: “Ante Dios y ante el bien es el hombre responsable y libre”. O “En manos de los mortales queda intacto su libre albedrío”.

La suerte creo, la hacemos con la forma en que enfrentamos cada día lo bueno o lo adverso que pueda sucedernos. Está en la manera de estudiar nuestras opciones y en poder elegir. Precisa el alejarnos de la desidia. Significa esfuerzo, superación y tomar conciencia de lo que supone perdonar y perdonarnos. El amor siempre revitaliza.

Vivir es maravilloso, pero nunca fue fácil.

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