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Análisis

Montiel de arnáiz

¿Ferias o libros?

Pero lo cierto es que la gente cada vez lee menos, y menos aún los hombres

Están funcionando a la par las Ferias del Libro de Cádiz y de Sevilla y, cuando acaben, imagino que comenzará la de San Fernando, y creo oportuno hacer una reflexión sobre todas ellas. Un soplo de aire fresco ha cruzado este año las casamatas del Baluarte de la Candelaria donde se ubica la Feria gaditana -que desde luego es menos feria sin la presencia de la Librería Manuel de Falla- gracias al impulso que una coordinadora externa está otorgando al evento: la poeta y editora Carmen Moreno. Los números parecen superar los de 2017 y sin embargo me parece que la feria capitalina (con una sola "p") no se pone aún a la vera de la sevillana, con mucho más tirón. Es probable que la ubicación sea bonita y barata, pero desde luego no es buena puesto que cada año se sufre más la lejanía del Baluarte respecto del mayor núcleo poblacional de Cádiz: Puerta Tierra y la Avenida.

Eva Tubío y Martín Vila se han dejado ver por la Feria municipal -dedicada este año a la literatura infantil y juvenil, y que ha sido pregonada por Elia Barceló-, más no así el Alcalde José María González, de quien las malas lenguas dicen que el año pasado no hizo acto de presencia ni un solo día. Pero bueno, teniendo en cuenta que la segunda feria del libro de la Bahía es la muy humilde de San Fernando, y que la de Jerez se ha suspendido en varias ediciones, uno se pregunta si todo esto es realmente necesario.

¿No sería mejor destinar el coste de las ferias a fomentar más carnaval, más peñas flamencas y sobre todo más clubes de fans de Belén Esteban?

Total, leer es de snobs. Bueno, más que leer, comprar libros, sobre todo si no son de uno de tus amigos -compras por compromiso, ya saben-.

Sería interesante saber la partida presupuestaria del trinomio Ayuntamiento/Diputación/Junta relacionada con la adquisición anual de fondos bibliográficos, la potenciación del arte de escribir y, sobre todo, del placer de leer individualmente o por vía de clubes lectores. Y eso que tenemos a la UCA (con su reciente homenaje a Benítez Reyes), al Centro Andaluz de las Letras (bien dirigido por Juan José Téllez) y a las Fundaciones Bonald, Quiñones y Ory carburando siempre a buen ritmo.

Pero lo cierto es que la gente cada vez lee menos, y menos aún los hombres que las mujeres. Se utilizan las bibliotecas, sí, pero ¿cuántos las usan como salas de estudio, como zonas libres de ruido? Las nuevas tecnologías, el IVA cultural, la abundancia de alternativas relacionadas con el ocio, hacen que cada día nuestros jóvenes y mayores se refugien menos en las páginas de un libro y, por ende, muestren menos interés aún por acudir a una feria del libro que además está alejada del epicentro de la *Cives*.

A este ritmo pronto habrá más editores, libreros y escritores que lectores, y eso resulta sumamente preocupante. Algo habrá que hacer, digo yo.

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