En este verano los vientos de poniente y sur nos han sorprendido con algunos plásticos flotando en el mar. Más de uno hemos prejuzgado a los yates que pasean por la Bahía. Esos, tan bonitos, que se ven al horizonte. Luego, pensando, me he preguntado si no era la miaja de envidia lo que nos hacía culparlos. Francamente, no me imagino a sus dueños arrojando basuras al mar. Quedarían muy mal entre ellos mismos. Se lleva tener espíritu ecologista y deseos de recuperar el planeta.
Hoy, entre las muchas tonterías que he recibido por el móvil, aparece un rayo de esperanza. Me emociono. Procede de un joven portuense, ciclista de vocación que, al pasear junto al carril del Guadalete que va desde El Portal hasta nuestra ciudad, pide ayuda para limpiar el lugar. Nos muestra un vídeo donde vemos las suciedades arrojadas al río, visibles en marea baja. Impacta porque el lugar no puede ser más bonito, ni más triste a la vez.
El chico hace un llamamiento. Me hago, desde este medio, eco de algunas de sus palabras esperanzadas:”Cuando hay mareas vivas, el río ─que es de los portuenses y deberíamos cuidarlo─ arrastra toneladas de plásticos, basuras y desechos como colchones y neveras, que se deberían recoger antes de que contaminen más la Bahía. Hago un llamamiento a las fuerzas políticas, a las fuerzas ambientales y a los ciudadanos, para que tomemos conciencia de cómo se encuentran sus márgenes”.
Acaba diciendo: ”Creo que deberíamos hacer algo”.
Como también creo que debemos hacer algo, y hacerlo antes de que arrecie el invierno, lo paso a mis contactos, me aseguro que llegue a algún grupo ecologista y, haciéndome eco sus palabras, deseo que pueda ser conocido por los lectores de nuestro Diario de Cádiz. El mérito es de él. De este chico que, sin duda, es un orgullo para toda la ciudad. Un rayo de luz por si a algún político, o a algún ciudadano, le cuesta ver la realidad de algunas situaciones. Una esperanza, ante el proyecto de descontaminar. De nadar sin plásticos. No es una frase cualquiera, salvar la Bahía está en nuestras manos. ¡Colaboremos!
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