Son tiempos extraños. Lo sabemos. Distintos a lo que habíamos estado viviendo sin darnos cuenta de esa suerte. Todo ha cambiado. Han virado tanto las costumbres que ahora, no hacer una visita puede suponer más responsabilidad que hacerla. Tener que guardar un beso, encierra más amor que darlo. Parece más sensato no compartir y, si ve a alguien que aprecia, tiene que mantener las distancias. Pero en esta extrañeza, y por respeto a la vida, decida seguir adelante. A pesar de llevar entre sus genes, igual que yo, esos que podríamos llamar “tocadores y besucones”, tan de nuestra tierra.

Entretanto, no se deje abatir por la pena. Esto que nos pasa lleva demasiado tiempo desbordándonos, pero no podemos desfallecer porque aún tenemos guardados muchos privilegios. Podemos leer. Adentrarnos en un buen libro. Podemos opinar. Aprovechemos el vivir en un país donde hay libertad de expresión. Podemos oír, disfrutar de nuestras músicas preferidas.

Vivir aquí no es cualquier cosa. Salga mientras nos lo permitan. A comprar mandarinas, a oler los pinos en las dunas o el olor de la tierra tras la tormenta. Elija para hacerlo horas en donde no lo estén haciendo la mayoría. Evite multitudes. No olvide protegerse pero corte las amarras invisibles del sofá y apague las noticias perniciosas de la televisión. No conducen a nada. Camine mientras pueda y mientras tanto, piense o rece. Las dos cosas pueden confortarnos.

Y entre tantos entretantos, queda el importante: no se aísle. Quedan demasiados amigos por los que interesarse. No hemos nacido para estar solos.

Mientras escribo esto pienso en un portuense muy conocido que se ha ido. Por respeto a él y a tantos más, es por lo que me atrevo a sugerir que vivamos y saboreemos cada día como otra oportunidad. Aunque sea con mascarilla.

Aprovechemos los días para hacer algo mejor que lamentarnos. Lo que nos pasa, le está pasando al mundo. A la gran mayoría de sus habitantes le interesaría cambiar su situación por la nuestra. Cuánto darían por poder elegir la cena a sus hijos, o por pertenecer a una ciudad tan bonita en donde vivir sin miedos. Tranquilos. En paz.

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