Análisis

Paco Carrillo

Elogio de la mentira

Aterra que den por sentado que los profesionales de la cosa van a plegarse

Si ahora viviera Erasmo de Rotterdam es muy probable que a su Elogio de la locura le habría llamado Elogio de la mentira; vendría a ser lo mismo. Su sarcástico alegato contra los poderosos de la sociedad y las jerarquías de la Iglesia, tendría hoy a misma vigencia. Si aquél provocó un escándalo para los hombres de su tiempo adictos a los discursos solemnes, vacíos de contenido, hoy, a los poderosos actuales se la refanflinfarían porque están parapetados en sus inmunidades mientras el pueblo sigue, como en el siglo XVI, sometido, amaestrado, cansado de prácticas corruptas, sin esperanza, lleno de dudas, de juicios contradictorios y de ambigüedades. '¿Mesentiende?' ¿Sigo, o hablamos de los Valores Culturales, Sociales y Valores Éticos, piedra filosofal del enésimo Sistema Educativo que va a convertir a nuestras criaturitas en ángeles fervorosos antes de que irremisiblemente todo se haya convertido en el potorro de la señora Bernarda?

Consecuentemente tampoco hay que sorprenderse por el rapidísimo proceder de Sánchez III en pagar las deudas contraídas con la 'manada bis' que lo ha llevado a la hamaca de la Moncloa. Corresponder con presteza es señal de su bonohomía, esto es, de su afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento sin dobleces ni intereses particulares. Priorizar unos asuntos sobre otros es la facultad del Poder y la forma de evidenciar lo que se persigue con las ideologías. Así que es lógico que la creación del Comisariado Político en TVE y someter a los medios de comunicación que del Estado dependan, no forme parte de las verdaderas necesidades del pueblo. ¡Qué más dará! Hay que admitir que esas ansias de amordazar han sido el objetivo de todos los inquilinos monclovitas en su propio provecho, pero la urgencia de ahora se deriva en que hay que darle satisfacciones a los Siete niños de Écija porque sin ellos aún estaría en el gallinero del hemicirco.

Todo esto no es más que un negocio, ajeno naturalmente a la deontología, esa cosa que formaba parte de la ética, de los deberes y los principios morales, hoy en desuso porque a los negocios les basta y les sobra con que unos pongan el dinero -aunque no sea suyo- y otros den la cara obedeciendo las directrices del capital, quiero decir de sus intereses. Es decir: Gobierno, Comunidades Autónomas, Europa, televisiones públicas, medios de comunicación, tinglados todos de la eterna farsa. ¡Por favor, no venga usted ahora con tiquismiquis!

Y ya que hablamos de deontología. Lo que aterra es que dan por sentado que los profesionales de la cosa van a plegarse a las consignas que les dicten; que estos son mangurrinos, mercenarios, vil canalla de proa dispuestos a bailar al son del sueldo que les compra, al tiempo que los castra de opiniones propias despreciando la dignidad individual y, si a mal no viene, la colectiva. Aún no hemos oído o leído a los presuntos implicados en el contubernio alzar la voz para decir abiertamente: "Conmigo que no cuenten". Tampoco los presuntos independientes se están haciendo eco de esta circunstancia. Critican lo que el Poder va a hacer, pero no dicen ni pío de la deontología de los que pasarán por el aro. ¡Cosas veredes!

De las primarias de los primarios hablaremos el próximo día.

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