Allá donde esté el filántropo gaditano, Hijo Predilecto y gran benefactor de nuestra ciudad y sus gentes, a las que ayudó de forma absolutamente altruista y con la condición de que no se tuviera en cuenta la ideología del beneficiario y sí, únicamente, su necesidad. Allá donde esté, decía, querrá practicar aquello de ‘la elegancia social de la equitación de en medio’ como pregonaba y practicaba el vate local Juanín Varela cuando la ocasión lo requería, y casi, diría yo que desaparecer del mapa más de lo que aún está. Lo sucedido en un Colegio Mayor masculino adscrito a la Universidad Complutense de Madrid y auspiciado a finales de la década de los sesenta del pasado siglo por la Fundación de su mismo nombre, ha debido remover los huesos de don Elías -un hombre que supo y quiso ser generoso con sus semejantes más necesitados- de la tumba neoyorquina en la que descansan.  Lo que  un grupo de niñatos malcriados y sin un ápice de recato y vergüenza han vomitado a través de las ventanas de su noble edificio, no es más que el producto de lo que llevan sembrando algunas formaciones políticas de la ultraderecha europea de la que desgraciadamente también tenemos en nuestro país la puntual corresponsalía. “Mónicas –haciendo alusión a las estudiantes del Colegio Mayor Santa Mónica-, putas. Salid de vuestras madrigueras como conejas. Sois unas putas ninfómanas. Os prometo que vais a follar todas en la capea”, gritó un energúmeno desde su ventana. Y una especie de “13 Rue del Percebe” como la del historietista español Ibáñez, pero sin maldita la gracia, abrió persianas y encendió sus paradójicamente pocas luces, para que el resto de patanes se pusieran a desaguarse a base de odio, pestilencia y machismo, mucho machismo. Incomprensiblemente se han dejado oír por los telediarios algunas de estas chicas, no todas, justificando lo injustificable de estos actos tan sumamente soeces e inaceptables. Tal es así que hasta han publicado un escrito expresando su apoyo a los mastuerzos del colegio de enfrente. El mundo al revés o yo me he perdido algún capítulo de nuestra historia reciente. De lo que sí estoy seguro es que al Elías Ahúja y Andría que todos conocemos por sus hechos de generosidad y filantropía, y al que El Puerto le regaló un corazón de oro por suscripción popular, se le tienen que estar revolviendo los microtúbulos del citoesqueleto ante tanta porquería.

 

manolomorillo@hotmail.com

 

 

 

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios