Adiós a Don Adolfo Bolea Sanz. Nos ha dejado a los 87 años tras llevarse mucho tiempo siendo el gran olvidado del cadismo.

Su llegada al Cádiz se produjo en 1956, y al año le llegó a decir al presidente del club que se quería marchar por la falta de adaptación. Lo que es la vida, al final se quedó y echó raíces en esta bendita tierra con hijos y nietos gaditanos y queridos por sus paisanos.

Fue integrante de un Cádiz que, de la mano de José Luis Riera en la década de los 60, estuvo muy cerca del ascenso a Primera División. Aquel once que formaban García II, Victoriero, Samper, García I, Llona, Arteaga, Marcelo, Bolea, Abietar, Mosquera y Soriano.

Se ha ido el gran capitán, una persona que lo fue todo en el Cádiz; desde entrenador del primer equipo a responsable de la cantera y de la secretaría técnica, sin olvidar su paso por banquillos como los del Cádiz B y el Balón. Una persona con carácter y que nunca se dejó manejar por nadie. Sus decisiones eran propias y así hasta el final de sus días.

Ahora, en el paraíso, se reencontrará con su querida y amada esposa, a la que cuidó y mimó hasta el último momento conviviendo ambos en ese entrañable hogar de la Residencia Fundación Fragela, donde recibían la admiración de su director, Pablo Otero. Juntos desde el paraíso seguirán repartiendo amor y cariño a todos sus seres queridos, su mejor legado en la vida terrenal.

Con un abrazo sentido y respetuoso para toda la familia, descanse en paz Don Adolfo Bolea. Un cadista de verdad.

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