Análisis

Manolo Fossati

Dioses y mortales

Cabe pensar que la primera preocupación de Fernando López Gil al frente del Comisionado de la Agenda 2030 del Ayuntamiento de San Fernando será asegurarse de llegar él mismo hasta esa fecha, al menos, en un cargo público remunerado

Visto lo visto, cabe pensar que la primera preocupación de Fernando López Gil al frente del Comisionado de la Agenda 2030 del Ayuntamiento de San Fernando será asegurarse de llegar él mismo hasta esa fecha, al menos, en un cargo público remunerado. El ya ex senador pero también ex delegado del Gobierno andaluz, ex concejal, ex candidato a la alcaldía isleña y ex secretario local del PSOE, accedió a este bien pagado e 'imprescindible' organismo creado expresamente para él al día siguiente de ser obligado a dejar su escaño en el Senado para que lo ocupara otra ex de todo: Susana Díaz. Lo ha designado como cargo de confianza la alcaldesa, Patricia Cavada, que anteriormente lo fue de él. No cabe duda de que confían mucho el uno en el otro, y es esto lo único que parecería una virtud en todo este asunto, que sería considerado un escándalo si no anduviéramos en la política con el criterio moral por los suelos y no nos hubiéramos acostumbrado, por parte de todos los partidos políticos, al mismo compadreo.

Es como si hubieran creado una oficina de empleo para ellos, mucho más efectiva que esas que conocemos el común de los españoles, tanto que ni siquiera tienen que pasar un día a firmar el paro. Como un Olimpo en el que se pueden llevar más o menos bien entre ellos, incluso en el que se producen ruidosos intercambios de rayos y truenos que contemplamos con temor los mortales, pero en el que al final terminan encontrando un apaño, porque entre dioses no nos pisamos los cetros.

No sé si alguno, entre los responsables municipales electos y los administrados, es consciente (o quiere serlo) de que todo esto se hace con dinero público, lo cual quiere decir obtenido de nuestro bolsillo a través de tasas, impuestos, multas y todo tipo de gravámenes. Somos todos como miles de accionistas que contemplan de lejos, ya indignados ya indiferentes, lo que hacen con nuestras aportaciones sin que nadie nos pregunte. Yo ya sé lo que hubiera votado en una supuesta asamblea de accionistas si nos hubieran preguntado sobre la creación de ese Comisionado. Y creo saber también lo que hubiera hecho la mayoría.

En cuanto a López Gil, lo único que tendría que preguntarse es si el Ayuntamiento lo necesita más a él que él al Ayuntamiento. De su respuesta y su actuación consecuente se desprenderá el nivel de su valía.

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