Detenerse a analizar un problema y enfocarlo desde otra perspectiva es un ejercicio sano. A veces para avanzar es necesaria la autocrítica. Si algo no funciona, habrá que ajustar el enfoque y, quizás, reconocer que no todo se hace bien. Estoy hablando de feminismo y educación en igualdad. El peligro no es avanzar más lento, sino retroceder y perder derechos que ya creíamos adquiridos.

Ayer fue el Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Se celebra en centros escolares como en otros organismos con el objetivo común de erradicar cualquier maltrato físico o psicológico sobre la mujer por su condición de serlo. No creo que esta afirmación contenga nada discutible ni cuestionable, como no la tiene la definición de feminismo: “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, al menos en esta parte del mundo. Y, sin embargo, leo y escucho apesadumbrada las opiniones de mi alumnado: “el feminismo no es más que un movimiento radicalizado y politizado”, “habría que evitar los actos vandálicos en las múltiples manifestaciones feministas”, “el gobierno da millones de euros al feminismo y solo se nota en las pancartas de los edificios públicos”…. Gente joven que se siente agredida al entrar en centros públicos y ver cartelería sobre estos temas, que al hablar del 25 N piensan antes en las denuncias falsas que en las verdaderas…

¿Qué se está haciendo mal? Está claro que el mensaje ni llega y ni cumple su objetivo, sino que por el camino se tergiversa y pervierte. Sé que esta batalla se libra en las redes sociales y sé que los hombres y mujeres que defendemos de buena fe la igualdad de derechos y aborrecemos la violencia de cualquier tipo no estamos cómodos con esta situación. No sé si el mensaje tiene un tono excesivamente violento o si no se explica bien, pero algo hay que hacer para que no se banalice la cifra de 37 asesinatos durante 2022 en España; para que se entienda que sí, hay denuncias falsas que hay que evitar, pero representan solo un 0,069% del total; que no es una lucha de sexos ni se pretende el hembrismo.

No conozco la solución, pero quizás dejar de politizar unos derechos que deberían ser universales ayudaría.

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