Epaminondas conoce la existencia de un entorno económico que rodea al fútbol. Como historiador sabe que hay hechos que se repiten y que en particular la economía es muy repetitiva. La postura oficial es que primero se pensó en jugar los partidos a puerta cerrada, pero después se acordó que se aplazaran los partidos. Lo que ocurrió entre una decisión y otra es algo que Epaminondas ha investigado y que parece que pudo ser algo así:

"Si se juega, por ejemplo, el partido Cádiz-Rayo a puerta cerrada, se evitará la aglomeración y el contagio", dijo alguien. "Casi la mitad de los afectados por el coronavirus están en Madrid y sabemos que la afición del Rayo viajará a Cádiz aunque no pueda entrar en Carranza", comentó otro.

"Si no pueden entrar en el estadio, se aglomerarán para ver el partido juntos en los bares de la zona", añadió alguien más. "Jugar el partido a puerta cerrada lo que provocará es que las aglomeraciones sean más pequeñas, porque la afición verá el partido en la tele de los bares", continuó.

"Claro, no se van a quedar a ver el partido en casa porque no se da en abierto", observó alguno. "La medida de jugar a puerta cerrada será más efectiva si va acompañada de una medida que consista en que se den todos los partidos en abierto, así los aficionados podrán ver el partido de su equipo en sus casas y se evitarían las aglomeraciones aunque sean más o menos grandes", concluyó.

Esta opinión fue realmente bien acogida por los participantes en la reunión hasta que alguien, que seguro que no tendría nada que ver con la empresa que es propietaria de los derechos de retransmisión de los partidos dijo: "Vamos a dejarnos de tonterías, de lo que se trata es de aplazar los partidos, no de que se retransmitan en abierto".

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