Anda el patio de las contratas municipales algo revuelto. Tan es así, que día sí, día no, los prebostes de nuestro consistorio se atusan con pliegos de condiciones de ida y vuelta.

Créanme si les digo que no acabo de entenderlo. No me imagino un pliego de condiciones de carácter político, en donde primen intereses que nada tienen que ver con la limpieza, los autobuses o el cuidado de los parques y jardines de nuestra ciudad. Porque de lo que se trata (digo yo) es de dar un buen servicio a la ciudad al menor coste posible, que para eso lo pagamos todos los portuenses a escote.

De un tiempo a esta parte los del lugar apenas notamos que el servicio dado por las concesionarias municipales, entiéndase: Limpieza viaria, basura, autobuses urbanos, pinares y playas, socorrismo y vigilancia, plaza de toros, mantenimiento instalaciones deportivas (por no extenderme) sea adecuado. Y esto es constatable -con algunas honrosas excepciones- al pasear por nuestras calles o al usar determinados servicios públicos.

Y saben que les digo, que siendo importante el clausulado del pliego en sí, lo es más el seguimiento de las contratas a lo largo de toda su extensión en el tiempo. Esto es, la inspección municipal sobre el cumplimiento de los pliegos. Es el quid de la cuestión.

Me dicen, me comentan, que los inspectores municipales en plantilla se han reducido hasta tal extremo que en determinadas ocasiones es la propia empresa concesionaria la que pone y quita a sus propios inspectores. Me temo que en El Puerto las inspecciones no producen el fin que se desea.

Frente a ello no cabe otra que reforzar su acción con medios humanos y materiales, que se sea más estricto en el control y que vayamos pensando en crear una específica Oficina de Inspección para controlar la acción de las contratas municipales.

No vaya a ser que la siguiente noticia sea la creación de una Comisión de Investigación para depurar responsabilidades -que como sabemos, no sirve para nada- mientras que se siguen produciendo algunos resbalones provocados por la cera derretida sobre el pavimento, desde tiempos inmemoriales.

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