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Mario Draghi, presidente del BCE, el gran mago del dinero, ha vuelto a conjurar el fantasma de la recesión. El pasado mes de febrero comentaba en esta tribuna que, ante la grave desaceleración, el BCE pospondría la subida de tipos de interés hasta el 2020 y anunciaría una nueva inyección de liquidez a los bancos. Y así ha sido, Draghi se ha anticipado y ha querido exorcizar el fantasma de la recesión. La caída del comercio internacional, la contienda arancelaria de China y USA, la incertidumbre del Brexit, las debilidades de los países emergentes, y la desaceleración de China han sembrado el temor a que la desaceleración mute en recesión. El consejo del BCE, por unanimidad, ha anunciado una amplia batería de medidas: retraso de la subida de los tipos de interés hasta el 2020, mantenimiento de la barra libre de liquidez y una nueva línea de financiación a dos años (LTROIII) condicionada a que los bancos den crédito. Y si no fuera suficiente se arbitrarán nuevas medidas extraordinarias. Recuerda las palabras de Draghi en la crisis del euro de 2012, cuando nos decía que haría todo lo necesario por salvar el euro y nos aseguraba que sería suficiente. Con los tipos de interés en el 0%, el balance del banco central hinchado y repleto de deuda pública y el margen de las políticas fiscales agotado por los crecientes niveles de déficit y deuda pública, existen dudas de que esta vez sea suficiente.

La reacción no se hizo esperar: los bancos españoles perdieron 8.000 millones de euros en una jornada .Y es que con tipos bajos la rentabilidad de los bancos se deteriora. En el inicio los bancos tuvieron una crisis de liquidez, a continuación de solvencia, finalmente, tras el largo periodo de bajos tipos de interés, de rentabilidad y últimamente de reputación. ¿Las últimas medidas serán suficientes? Se puede llevar el agua al caballo, pero no se le puede obligar a beber. Los bancos españoles no tienen problemas de liquidez. Están ansiosos por encontrar una demanda de crédito solvente. El BCE está animándoles a que persistan en la reducción de empleo y oficinas y continúen con la concentración bancaria. En Alemania avanza el proceso de fusión de dos gigantes: el Commerzbank y el Deutsche Bank. En España la fusión de Unicaja y de Liberbank es la puerta a la fusión de los bancos medianos.

Los bancos centrales están actuando en absoluta soledad. Si la expansión monetaria se prolonga los bancos centrales pueden pasar de héroes a villanos. Ni los bajos tipos de interés, ni las inyecciones de liquidez pueden solucionar los desequilibrios estructurales: baja productividad y potencial de crecimiento, una administración sobredimensionada e ineficiente, unos mercados rígidos e intervenidos, una población envejecida y una disrupción tecnológica que está dejando obsoletos los modelos de negocio. Si en las próximas semanas se aprueba el acuerdo del Brexit y se llega a un consenso en la contienda EEUU y China, tendremos un respiro y habremos aplazado el fantasma de la recesión. Pero la tarea del Gobierno, las reformas estructurales, continuará pendiente. Seguiremos esperando a Godot.

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