Aunque a mí los que me gustan son los de música, creo que no hay que tener miedo de abrir el melón de una vez y hablar de los conciertos en Educación y en Sanidad. Sin embargo, y atendiendo a los últimos acontecimientos relacionados con la primera área, cuestionar la educación concertada parece una gesta de titanes. Que un servidora pública, como es la ministra Celaá, tenga que no sólo justificarse sino rectificar por hacer, justamente, para lo que le pagamos, defender los intereses de lo público, me parece una situación de lo más surrealista que, esperemos, no se repita con el alcalde de Cádiz. El Estado debe velar por unos servicios públicos de calidad y, por ende, sus recursos, ya de por sí escasos, a ellos deben destinarse. La tarea ciudadana es justo exigir que esos recursos aumenten para que los niños, todos, estudien en colegios de alto nivel académico. Lo demás, no lo entiendo.

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