Sigue adelante la primavera y el verano ya ha mandado varios anticipos de que espera con ganas a la vuelta de junio, amenazas de lo que puede llegar a ser este próximo estío que acecha y pide paso. Mientras, las celebraciones se han apretado y han ido buscando sitio en el calendario casi a codazos. Ferias, bodas, comuniones, Rocío, carnaval, cumpleaños, escapadas, graduaciones, Monkey weekend, mercado medieval… Podría parecer que todo debe estar resuelto el 30 de junio, aunque esta tal vez sea una percepción escolar deformada por la premura de cerrar el curso y de dejar bien atados todos los hilos académicos y burocráticos a los que hay que hacer frente.

Sin embargo, más allá de las ganas de celebrar, sigue lloviendo. Cada noticia que llega de Ucrania; cada anuncio de subida de precios; cada declaración de la clase política en medio de su perenne campaña electoral; la tímida celebración del 5 de junio, Día mundial del medioambiente, cuando deberíamos estar buscando soluciones sostenibles; el goteo constante y terrible de víctimas de violencia de género... son tormentas a destiempo que descargan su furia llevándose por delante la cosecha cuando empezaba a brotar.

No sé si les pasa, pero hay días en los que por mucho que luzca el sol, no ilumina lo suficiente como para tapar la tristeza de las vidas que se apagan; la desilusión de los amores no correspondidos; la frustración de los consejos olvidados o, simplemente, la constatación de que entre las nuevas generaciones algo ha ocurrido en los últimos años para que parezcan creer que lo merecen todo, que quien se equivoca siempre eres tú, que dar las gracias se ha pasado de moda…

Voy a girar el enfoque. Este sábado no se merece pasar desapercibido. Estoy segura de que hay espacio para la esperanza. Que tengan buena búsqueda y buena semana.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios