Análisis

aNA SOFÍA PÉREZ- BUSTAMANTE

Civilizada-mente

Acabo de codirigir un TFG que consistía en comparar la Antígona de Sófocles con la de José María Pemán. Una de las conclusiones a las que llegó la graduada es que Pemán planteaba a través de su heroína ("nací para el amor, no para el odio") la reconciliación de las dos Españas, partiendo de la base de que Pemán era católico y de derechas. Algún miembro de la comisión evaluadora se indignó no sé muy bien por qué, alegando que Pemán era un fascista y no hay que transigir: fas-cis-ta. El trabajo mostraba con claridad que la postura de Pemán era la de la oligarquía rural andaluza: una fidelidad a la propia sangre por encima de las leyes de la polis (esto lo vio Hegel), fidelidad que se plantea como "deber de piedad" religiosa ancestral (culto a los muertos) pero que tiene poco que ver con el cristianismo de abjurar de la familia (Lucas 14, 25-33) y venderlo todo para dar el dinero a los pobres y seguir a Cristo (Marcos 10, 17-30). Muy anterior a Cristo y al fascismo es la lealtad al propio clan, que es defensa de la propia sangre y su lugar en el mundo y en el más allá. No en vano Pemán, como Sófocles, pertenecía a una élite social y además era sólidamente monárquico, entendida la monarquía en el sentido antiguo de un sistema basado en el derecho de la sangre. Parece que a día de hoy hay gente ilustrada a la que le cuesta admitir que pudo haber gente del bando de Franco que, una vez ganada la guerra, y desde su posición de privilegio, quisiera limar asperezas con los vencidos. Pero la hubo. Gente que pensaba que era mejor convivir que exterminar. Por lo demás, poco de inocente tenía Pemán. Cuando salió a saludar en el estreno de su Antígona, el 12 de mayo de 1945, aprovechó para enviar un saludo a los aliados que estaban reunidos en aquellos días en California. Estaba a punto de terminar la II Guerra Mundial y este saludo desde la España que se había alineado previamente con el eje germanoitaliano venía a rectificar posiciones. Qué duda cabe de que, aunque no tuvo repercusión internacional, Pemán a través del teatro estaba haciendo política. Civilizadamente. Y civilizadamente hay que defender el derecho a estudiar y explicar las cosas que fueron complejas sin maniqueísmo, con rigor, ecuanimidad y compostura.

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