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Análisis

Montiel de Arnáiz

Casas Viejas

Buscan "dignificar la historia desde la cultura". Y eso honra a este entrañable pueblo

Una vez abandonas el sendero que te lleva o te trae al restaurante de Pedro y Enrique, es decir, al Casarón, y tras bailar con fugaces redondas y levantar carriles de tierra, uno llega a Benalup-Casas Viejas, pueblo blanco y verde como la bandera andaluza. Su vida turística ha oscilado en los últimos tiempos entre dos hoteles, el Fair Play, un lujoso resort de golf y spa, y el Utopía, curioso local pop de varietés y exposición histórica. El primero de los dos establecimientos ha recibido una segunda oportunidad en su vida hostelera -cambió de dueño y se prepara para una nueva temporada alta- mientras que el segundo, que inicialmente iba a llamarse "La Libertaria", cerró hace meses sus puertas, sus vitrinas y expositores, bajó la tapa de su piano y apagó las candilejas de su escenario para siempre quizás.

En el solar donde se construyó el Hotel Utopía se ubicaba, al parecer, en 1933 la choza o cabaña de un anciano al que en el pueblo decían el Seisdedos y es en el propio Seisdedos en quien quizá comience la leyenda negra de la Segunda República azañista, la misma que acabaría embarrada en los pozos del alzamiento franquista y la guerra civil española.

El 10 de enero una revuelta anarquista provocó una riada de sangre, una masacre de galones y revanchas, de orgullo y represión: lo que la historia contemporánea denominaría posteriormente los sucesos de Casas Viejas. La respuesta a esa rebelión fue cercenada de un modo cruento y ciertamente traumático por las fuerzas de seguridad, comandadas por personajes -no personas- sin escrúpulos que, al ser juzgados, culparon a Azaña de la orden de no dejar heridos: "dispárenles en el estómago", decían que les exigieron.

Benalup es un pueblo especial por cosas maravillosas y tan representivas a la vez como que su concejala de Cultura sea una prestigiosa y premiada novelista, María José Tirado. Es justo reconocer su buen trabajo, junto con el del equipo de gobierno, las asociaciones y vecinos voluntarios de la localidad, la Fundación Casas Viejas, la Diputación de Cádiz y la compañía de teatro El Hijo de la Luna, para conseguir dotar de un homenaje digno y también de un atractivo turístico a una efeméride tan señalada y, a la vez, oscura como la matanza del 33. Así, una buena manera de recordar el 85º aniversario de tan relevantes y espeluznantes sucesos de un modo amable será lo que Tirado ha pergeñado desde hoy al 13 de enero: la recreación histórica de lo acaecido en pleno casco histórico.

Su programa avisa de que se busca "dignificar la historia desde la cultura" y eso honra a este pequeño y entrañable pueblo y a sus munícipes, que afrontan un hecho trágico y lamentable desde un punto de vista conciliador, atento a la memoria colectiva y la colaboración popular. Contamos con los seis dedos de la mano los ayuntamientos que hacen cosas así. Y nos sobran dedos, claro.

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