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Análisis

Joaquín Aurioles

Capitalidad. Ventajas e inconvenientes

Antonio Muñoz, alcalde de Sevilla, ha vuelto a levantar la liebre y siembra una nueva semilla para el enfrentamiento cainita entre los andaluces. Reclama compensaciones porque Sevilla ha de soportar servidumbres propias de su condición de capital de Andalucía. Para el resto, las ventajas superan con creces los inconvenientes y la capitalidad es un privilegio concedido por el que su alcalde debería sentirse complacido.

Recordemos que la capitalidad de Andalucía se decidió el 30 de junio de 1982 en un pacto entre partidos que secuestró el debate ciudadano y acabó con las aspiraciones de Granada, Málaga, Córdoba y Antequera sin ningún tipo de explicación y pese a que estudiosos de la época demostraron con modelos gravitacionales que las dos últimas eran las soluciones más eficientes porque permitían minimizar el coste de los desplazamientos.

El argumento más visible a favor de las compensaciones es que Sevilla ha de soportar el coste de la conflictividad derivada de problemas que afectan al conjunto de Andalucía, pero no es el único. En efecto, la condición de capital impone servidumbres, pero también importantes ventajas que superan ampliamente las desventajas. Si las manifestaciones se concentran en Sevilla es porque también lo hacen las instituciones que dirigen los intereses de la comunidad y esto implica inversiones, infraestructuras, revalorización del patrimonio urbano, oportunidades de empleo al más alto nivel, sueldos elevados y un mayor nivel de renta y bienestar. Cuando estas variables se introducen en la ecuación aparece la más importante de todas: las economías de aglomeración o beneficios de proximidad.

La polémica sobre ventajas e inconvenientes de la capitalidad ha sido recientemente alimentada desde Cataluña y la Comunidad Valenciana con respecto a Madrid. "Madrid es una aspiradora que genera desigualdades en España", afirmaba Ximo Puig basándose en un estudio elaborado en IVIE por F. Pérez y E. Roig, que a las razones anteriores añadían la concentración de contratos públicos y la competencia fiscal. Los primeros atraen a las empresas que trabajan con el sector público, mientras que los beneficios fiscales surgen de la concentración de sedes sociales de las principales empresas del país. No serían argumentos aplicables al caso de la capital andaluza, pero sí para la localización de las delegaciones regionales de grandes empresas.

"Si hace 500 años hubieran puesto la capital en Talavera de la Reina en vez de en Madrid, hoy Talavera sería como es Madrid" y viceversa. Así resumía Ángel de la Fuente, director de Fedea, su conclusión de que si Madrid es la ciudad más próspera de España es por su condición de capital, aunque tampoco el razonamiento es del todo aplicable al caso de Sevilla, que ya era una gran ciudad mucho antes que capital de Andalucía.

La competencia profesional de Antonio Muñoz le hace perfecto conocedor de estas razones y de que, si su demanda prospera, alguien deberá renunciar a la parte del pastel que reclama. Sería lamentable que el juego político detrás de la polémica no fuese más que una estrategia de enfrentamiento con la Junta de Andalucía de cara a las municipales.

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