Comentábamos algunos docentes la manera tan distinta de criar a los hijos en estos tiempos en los que las prisas acarrean tanto estrés. En mis casi cuarenta y tres años de servicio a mi centro, nunca tuve la experiencia de estar junto a los alumnos de Infantil. Esta gente menuda es impresionante. Me sorprende y agrada su alegría y desparpajo, pero mi asombro es inevitable ante las nuevas costumbres. A ver si soy capaz de comunicarles mi preocupación, desde mi propia experiencia.

Soy la mayor de cuatro hermanos y me crié, con madre, abuela y bisabuela, en una casa grande, donde ninguna mujer trabajaba fuera. Era impensable salir por las mañanas sin desayunar leche caliente con tostadas y al recreo siempre llevábamos algo casero. Al colegio llegábamos andando con algún adulto y si enfermábamos nos quedábamos en la cama leyendo cuentos cuando la fiebre bajaba. Si nos portábamos mal en el cole, o llevábamos las tareas sin acabar, los castigos que nos caían de los padres eran excesivos. Si hacía buen tiempo jugábamos en los parques cercanos con adultos vigilando, casi siempre la madre.

Cuando empecé a trabajar tenía veintidós años y en los pupitres abundaban niñas con familias numerosas. Los alumnos venían descansados, desayunados y casi siempre con las tareas hechas. Si no era así, podíamos dejarles sin recreo para acabarlas. Las profesoras contábamos con la confianza familiar y si algún chiquillo enfermaba, quedaba en la casa con la ayuda de los abuelos si la madre trabajaba fuera del hogar.

Con la crisis, se evidencia el miedo a perder el empleo. Descienden los hermanos. Demasiados alumnos llegan sin desayunar caliente. Lo harán en el recreo y los pequeños en sus clases. A veces abundan los productos envasados. Al niño enfermo -no grave- se le envía al colegio con un antitérmico ante la falta de ayuda en las casas. Por las tardes nadie juega en los parques. Se cambió por ordenadores con juegos "sentados" que manejan sorprendentemente bien.

Los profesores evitamos sancionar sin recreo, convencidos de la necesidad que tienen de jugar entre ellos. A punto de jubilarme, me pregunto si de verdad, en todo estamos avanzando.

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