El Carnaval ya está en la recta final, que desembocará en el domingo de Piñata, y llega la hora de los balances. No ha sido ni el mejor ni el peor Carnaval de la historia. El concepto de la fiesta es significativo, porque para muchas personas se sigue limitando al concurso del COAC en el Falla. Sin embargo, la calle forma parte de la esencia carnavalesca. Sin olvidar que hay otras formas de celebrarlo en el mundo: Río de Janeiro, Venecia, Barranquilla, Basilea... Hay 13 carnavales en el patrimonio de la humanidad.

En Cádiz la gran expectación se centra en el concurso. Todo el mundo lo critica. Todo el mundo lo quiere reformar. Todos los años surgen propuestas, y algunas veces aprueban modificaciones en el sistema para concursar. Sin embargo, nadie le pone el cascabel al gato de su excesiva prolongación, ni tampoco a la escasa calidad de su fase preliminar.

El concurso necesita una reforma. Para ello será importante la opinión de la Corporación Municipal. Como faltan apenas dos meses para las elecciones locales, habrá que esperar a las urnas hasta que el nuevo equipo de gobierno se pronuncie. Sin embargo, los principales puntos de fricción son bien conocidos: la organización del concurso, la preselección y el sistema de puntuaciones.

Algunas voces reclaman que el concurso vuelva a ser organizado por el Ayuntamiento. También está sobre la mesa la preselección de agrupaciones, y la duración de cuartos, semifinales y final, que afectará a las televisiones. Es improbable que Canal Sur (pendiente también de reestructurar su cúpula directiva) siga interesado en retransmitir durante dos semanas en directo.

Por otra parte, las puntuaciones han alcanzado límites surrealistas. Es cachondeable que la chirigota sevillana 'Daddy Cadi' entrara en la final como líder y saliera segunda por apenas 99 centésimas, al terminar con 702,30 puntos frente a los 701,31 puntos de 'La maldición de la lapa negra'.

Las ausencias y los regresos también condicionarán el COAC de 2020. El principal riesgo del Carnaval es que no se renueve a tiempo, que empiece a aburrir y a decaer por falta de ideas nuevas.