Ayer salió ese sol de invierno de cielos limpios. El sol con frío sin nubes es todo un esplendor. En La Isla y Cádiz, que bien mirado es la misma isla. Blanca en la ladera de la montaña siempre Medina Sidonia, pueblo amable y lleno de encanto. El mar de la bahía tenía el color del frío. Responden distinto el mar exterior del mar interior a esta estación por enero. El plomo del que compartimos con Puerto Real es más plomizo estos días, no ocurre igual con el mar exterior, océano propiamente dicho, aunque tan doméstico delante de nuestras ventanas o junto a nuestros pasos por la arena. Hay olas, es otro verdor. Sí, ayer se abrieron los cielos para nosotros pues el viernes fue un día tormentoso, de calles vacías. Desde nuestras casas, y mirado por las ventanas, el mundo va sin virus, es un lugar ajeno más allá del horizonte tan cercano. Ayer ya sabíamos que el Gobierno nos ha logrado un millón de horas en el astillero. Paga Marruecos, queremos suponer. Se allegaron ministras y dignidades para decirlo aquí, en La Isla. La alegría de la alcaldesa todavía hoy, domingo, se percibe por el aire. Un millón de horas de trabajo para la ciudad es cosa de muy agradecer, sobre todo con las previsiones que nos vienen haciendo, el retrato funéreo de un horizonte al que añadir más de 700 mil "ertes" que serán "eres" cuando les llegue, un horizonte de más de tres millones de parados ya. Es por eso, comprendo la alegría de Patricia Cavada que, como casi todos, ha sido enviada a la guerra con un tambor con el pellejo roto, que decía mi inolvidable Paco Fernández Pozar. Poco se puede desde una Casa Consistorial en donde no llega para arreglar las calles, adecentar los parques y jardines, embellecer, pintar los pasos de peatones, hacer cosas a las que restar las sentencias de los gobiernos andalucistas… Y el robo de la Caja Municipal. O sea, hay que tener vocación y ganas. ¿Comprenden la alegría del millón de horas? Probablemente el millón de horas sea un modo, cómo diría, ¿publicitario? Digo que repartidos igual da para un año, o menos, pero un año, con lo que está cayendo, no me digan que no es un regalo. Y que es un dinero que entra en la ciudad, que respira por dinero, se mueve por dinero, vive gracias a esos euros de las pagas de los trabajadores… Pienso en muchas a donde no les llega un millón de horas sino las cosechas si vienen buenas o el turismo, si acaba llegando.

Es lo que va de ayer a hoy, hubo ese día tan invierno, tan lluvia y frío y oscuridad, imagen del miedo que nos traen por las ondas, las imágenes de esta maldición que vino de China.

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