Vaya por delante que, pese a haber publicado dos libros en los últimos meses, no he sido invitado a participar en forma alguna en la Feria del Libro de Cádiz, pero créeme, el mismo día en que vi a unos operarios municipales quitar la piedra de Vasallo que decía que en esa casa de la calle Isabel la Católica había nacido José María Pemán, hubiera escrito al alcalde para pedirle que me quitaran del "cartel", no participo en acto alguno que organicen quienes con tanta saña chequista y soviética pretenden extirpar de la memoria de Cádiz el nombre y la obra -literaria y política- de José María Pemán. Ignoro si los participantes en la próxima Feria del Libro harán algo así, no tengo noticias, la verdad. Los animaría. La Literatura es muy grande para rozar siquiera el miserable comportamiento de estos políticos y de tantos cómplices, porque la verdad, no comprendo como la oposición democrática a lo que representa Martín Vila y su jefe, el alcalde gaditano, no se han comprometido ya con el pueblo de Cádiz a restituir esa lápida del gran Vasallo en la fachada de la casa de Isabel la Católica en donde nació Pemán. Dudosa memoria moral de los ciudadanos cuando son violentados por algunos representantes políticos, que rechazan el serlo "de todos" para con-vertirse en adalides de unos pocos que se quieren imponer a los demás. Quienes peinamos más que canas, hemos conocido los modos de las dictaduras y la violenta manera de imponer sus ideas y doctrinas. Pero creímos que esos tiempos habían caducado, que habíamos inaugurado el Reino de la Libertad. Este artículo que escribo, como todos, no pasa por una siniestra oficina de la Censura (los veteranos periodistas de este Diario siempre recordaban ese "trámite" doloso e insoportable), mas la tentación de esa cepa siniestra no se ha extinguido. Hay otros modos, muchos modos, de ejercer esa violencia sobre la libertad de prensa y la libertad de conciencia. En la Enciclopedia Soviética se alteraban fotos de una edición a otra, si el dirigente comunista había caído en desgracia, el escritor o científico, cualquiera. No solo estaba el Gulag ni Siberia, también el borrado de cualquier mención, desaparecer es desaparecer del todo. Como este gobierno incalificable ha pretendido hacer con José María Pemán, del que no necesito decir quién fue para Cádiz y cuán popular y querido fue durante su vida, y los servicios que prestó al futuro de los españoles. Aquí, allí, en muchos otros sitios hay también la tentación de silenciar la disidencia, la crítica y la libertad. Un concejal lo dijo un día infeliz aquí, ha guardado silencio desde entonces y ha digerido la amonestación de su alcaldesa. Otros hubo que borraron palabras de las estatuas y los monumentos. Si la historia es penosa y triste, mejor borrarla, debe ser la tesis. Pemán vivió una historia muy larga y fecunda. Es por eso, debe ser por eso.

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