Adiós!". "Mmmm... adiós al que sea". Alegra después de dos meses que te saluden por la calle conocidos y amigos, aunque en algunos casos, con mascarilla y pantalla de soldador de Astilleros, parezca que te saluda un penitente. ¿Quién será? Pero reconforta ver, o intuir, o adivinar, caras nuevas después del pesado y largo confinamiento. Y redescubrir Cádiz, aunque suene a frívola tontería. Cádiz que primero sueña y luego despierta, poco a poco, con la resaca del mensaje no navideño del alcalde. Desde sus terrazas, desde sus comercios, desde su gente. Pasea uno después de mucho tiempo y se encuentra con que las buganvillas de la Alameda que tantas infancias evocan siguen en su sitio. Y que la marea baja y sube de la misma manera, ajena a todo virus. Cádiz a medio gas que sigue esperándonos. Cádiz que tenemos que levantar entre todos, porque nadie va a venir de fuera a hacerlo.

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