Poco a poco, lo confieso, estoy dejando de leer nada que huela a política; estoy llegando a la conclusión de que viene a ser lo mismo que chapotear en la mierda. Superé la inercia de oír tertulias radiofónicas y ahora, además, estoy decidido a abandonar mi butaca para no ver telediarios teledirigidos. No merece la pena ver desgracias, sean naturales, políticas o sociales. Lo siento por mi butaca, la pobre, uno de mis muebles más queridos solo superado por el colchón viscoelástico.

Sin rubor alguno confieso que, hoy por hoy, ante la carencia de escritores capaces de decir algo, mis lecturas preferidas son los folletos de buzoneo con las ofertas de las grandes superficies; son los que mejor retratan la realidad que vivimos. ¡Son tan amenos…! No existe ninguna publicación que encierre tantas verdades ni que convenza más rápidamente que se puede comer-vivir por cuatro perras. Personalmente siempre llevo un par de ellos encima, como cuando era imprescindible ir a misa, cada cual con su misal lleno de estampitas.

Antes he probado con la aquilea, la valeriana, la tila, el té de Melisa, la hierba Luisa, la kava, una planta nativa del Pacífico Sur que aporta muchos beneficios psicológicos, pero sobre todo, la valeriana, tan recomendada por sus efectos sedantes a las personas que sufren ansiedad, relajante del sistema nervioso y del cerebro. Bien, pues nada comparado con los folletos donde se comparan precios y calidades en colorines. Sí, también son testimonios a agresividades comerciales, pero allá ellos, a mí me encantan por lo que tienen de aventura, ¿le parece poco encontrar un detergente de la misma marca con 0,10 euros de diferencia entre un súper y otro?

¡Bueno y si entro en las ventas online…! Eso ya son palabras mayores, quiero decir horizontes gloriosos. Ahí ya entran desde las acelgas a domicilio hasta los cruceros por el Mediterráneo. ¡Lo bien y relajado que se pasa viendo videos de chalés, tipo Galapagar, por cuatro perras! Como será la cosa de sublime que, con práctica y habilidad, pueden encontrarse hasta sociedades offshore y hasta paraísos fiscales al alcance de la mano.

Usted, demócrata y progresista de toda la vida, se preguntará a qué viene todo esto. Pues que no solo de política viven las señoras y los señoros. Sin salir de casa y sin esfuerzo alguno, pueden encontrar otros alicientes a la vida; que no todo se limita a alabar o a maldecir a nuestros redentores-salvadores; que podemos evitar que nos encuadren en sus manadas y que, sin molestar a nadie, en nuestra propia intimidad, podemos hacerles cortes de manga o mandarlos directamente al carajo sin riesgo a ser tachados de populistas o de fachas, siendo, como son, sinónimos ambos términos.

Así está el patio. En algún momento es necesario poner pie en pared y decir que ya está buena la cosa; que existen métodos sencillos para engañarnos sin necesidad de intermediarios. Y que si mi metodología falla solo quedan dos alternativas: o la cura del sueño o embarcarse en un viaje sin billete de vuelta. Las dos soluciones pueden encontrarse en los folletos con ofertas.