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El Alambique

Juan Clavero

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Bosques en llamas

El fuego ha dejado un paisaje desolador en Sierra Bermeja. Lo ha arrasado todo, inmensos pinares y bosques de alcornoques y quejigos. También ha afectado a un pinsapar único, una joya de nuestra naturaleza, el bosque de abetos más meridional de Europa, asentado sobre peridotítas, las rocas que conforman el manto terrestre, y que sólo afloran en unas pocas zonas del mundo.

Difícil describir los sentimientos y las sensaciones al recorrer lo que hasta hace poco eran frondosos bosques, hábitat de una importante biodiversidad, con numerosas especies únicas.

Bosques abandonados hace décadas, la mayoría públicos, propiedad de los ayuntamientos de la zona y gestionados por la Junta de Andalucía. Bosques que se queman periódicamente sin que se adopten medidas eficaces para evitarlo. Pinares que vuelven a crecer tras cada incendio, generando masas espesas que son el caldo de cultivo para el siguiente gran incendio.

Una población envejecida, que hace tiempo no aprovecha los recursos de estos inmensos boques. Las personas que mejor conocen Sierra Bermeja, que han apagado muchos fuegos a lo largo de sus dilatadas vidas, y que ahora se les desaloja en cada incendio, como si fueran un estorbo.

Políticos que, en cada incendio, se desplazan a la zona para repetir lugares comunes, que si los pirómanos, que si la declararán zona catastrófica, que si invertirán millones de euros para la regeneración del bosque; palabras vacías que se las llevará el próximo fuego. Planes que no contarán con la población de la zona, y que reproducirán las causas que generan los incendios forestales.

Muchos parecen que descubren ahora el valor de Sierra Bermeja, cuando parte de su valiosa biodiversidad se ha convertido en cenizas. Los ecologistas llevan décadas reclamando que se proteja como parque nacional. El gobierno central y la Junta de Andalucía, antes y ahora, lo han ignorado. Desconocían sus valores, desconocían el altísimo riesgo de incendios que existía. Ahora estamos pagando las consecuencias de tanta desidia e inacción.

El Plan INFOCA no da más de sí, algunos de sus trabajadores lo pagan con sus vidas. Estos incendios son inextinguibles. Hay que regenerar los bosques, pero con la discontinuidad y con el mosaico de arboledas que evite la expansión del fuego.

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