Hombre, si se mira solamente la vereda que ha tomado el Glorioso en los últimos tres partidos, es para estar futbolísticamente hablando, saturado, henchido de tristeza, de tristeza futbolera, desde luego, o sea, de la benigna, no de la otra, de la grande, de la que te lleva a merendar bocata/diazepam para allanar las cimas y las simas del ánimo, porque los últimos tres enfrentamientos contra dos canijos de Primera y un grandote, hemos encajado once goles (cuatro del Getafe, cuatro del Atlético de Madrid, tres del Elche) y hemos metido uno solamente, el de Alex Fernández de ayer; que, por cierto, qué mal se retrata y queda y se debe quedar un futbolista que falla un penalty. Pero, ¿cuándo nos vamos a enterar de que frases como "qué paradón hicieron el portero Casillas o el portero Iríbar o el portero Zamora" son puras falacias balompédicas, engañabobos para desnortados. Ningún portero ha parado nunca un penalty, sino que ha sido el delantero tal quien lo ha fallado. Que la portería tiene más de siete metros de ancha y más de dos de altura, señores amantes del balón, que basta, como explican los manuales, con tirarlos a la cabeza del portero, pues éste, se va a lanzar al verde, dando igual que sea a la derecha que a la izquierda a partir del "fuerte y alto" que nos enseñaron Koeman, Puskas, Kubala, que creo sólo falló uno en su vida, los zurdazos de Paco Gento y Sergio Ramos, o la brutal potencia de Neeskens y Cristiano. Ález Fernández, como Messi, fallan penaltys porque los tiran mal, porque no los tiran ortodoxamente. ¿Y qué hubiera pasado si entra el penalty del de Alcalá de Henares y el estupendo tiro al larguero del inevitable Choco y se suma el real de Fernández? Son, habrían sido tres goles, es decir, que como mínimo hubiésemos empatado. Habrá quien piense o escriba eso de "son humanos" y patrañitas similares y no señor, no, quien falla un penalty debería pagar al otro día una multa de un tanto por ciento equis de su bello sueldo. Resulta parecido a cuando expulsan a un jugador y la grada lo aplaude y el entrenador le da una collejita de cariño para animarlo. O sea, que deja al equipo vendido con diez, y hay que agradecérselo. "Inverosímil", como señalaría Amancio Amaro.

Tan inverosímil como resulta a una persona normalita, no digo a un experto en política nacional, que la alcaldesa de la segunda ciudad de España no acuda a recibir al Rey de España, es decir, al Jefe del Estado. Oiga, dona, que usted puede ser Republicana y/o Comunista (qué fácil resulta decirlo ahora dentro de esta acolchada Democracia), pero está representando a una ciudad enorme en donde habrá voxistas, peperos, liberales (prácticamente extintos "gracias" al incapaz novio de Malú, vaya el nota, con cincuenta escaños no querer hacer gobierno con la socialdemocracia, con lo que se hubiera evitada), apolíticos, rojillos y personal no calificable, y no todos habrán aprobado ese gesto de mala educación de una institución hacia otra superior, no tanque la porta, dona, Aragonés idem, eadem, idem. Enfín, que han fallado todos el penalty, como Álex Fernández, quien, como dije en mi artículo anterior, sueña más con la Torre del Oro que con nuestra Caleta.

P.S. Caso de no haberse estabilizado aún de los tres mamporros y del penal fallado, se recomienda merendar bocata/diazepam durante otra semana.

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