Mi abuela ha muerto, y yo no me acostumbro a su ausencia. La echo de menos, aunque la palabra se quede corta en su significado. Extrañar es un verbo hacia el pasado, volcado en el recuerdo. Yo ya la extraño, pero sé que sobre todo la voy a necesitar -a mi abuela y al ejemplo de mujer que fue- para lo que nos espera.

Ella nunca dudó en abrazar lo mejor de los nuevos tiempos, sin renunciar a lo bueno de sus costumbres anteriores. Disfrutaba igual haciendo croché que sopas de letras, yendo a cenar pizza o desayunando pan con jamón.

Tenía el punto de competitividad justo: el que le permitía divertirse y probar cosas nuevas, ponerse retos y saborear sus logros, sin sufrir ante los imposibles. He visto a mi abuela viciarse con los juegos de ordenador de los años 80 y reírse de sus nietos cuando nos superaba en el minigolf.

Estuvo más de veinte años viuda, pero su autonomía e independencia ya las traía de mucho antes. No la intimidaba el papeleo, y podía decirte de cabeza lo que pagaba de IBI o lo que cobraba el banco por el mantenimiento de la cuenta.

Nació en 1924, vivió casi un siglo de historia de España y, quizás por eso, no se perdía unas elecciones. Sospecho que nunca dio grandes bandazos en su voto, y sin embargo le gustaba escuchar lo que decían todos en campaña.

Era presumida: no fallaba a su cita semanal con la peluquería, pero también alardeaba de su buen estado de salud y hasta de no marearse en el avión.

Pese a su edad, nunca se escandalizó por la separación de un matrimonio o por el amor homosexual. La búsqueda de felicidad de los demás, siempre que no hiciera daño, siempre le pareció lógica.

En los últimos meses le dio por hacer balance. Se sentía afortunada porque en la posguerra, al vivir en el campo, se libró de pasar hambre. Aseguraba haberse sentido querida siempre y haberlo pasado muy bien, tanto de joven como en su madurez.

Yo la voy a echar de menos, y sé que muchos otros, sin conocerla, también necesitarán su ejemplo. Son personas como mi abuela Beatriz, capaces de abrir sus mentes y agarrarse a lo importante, las que evitan que el mundo se desvíe demasiado del camino correcto.

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