Baloncesto de la Isla

Desde hace años se oye hablar de una posible fusión entre los dos clubes masculinos

Creo que es de sobra conocido mi amor por el baloncesto, un deporte que he practicado desde niño y del que aún hoy, veterano y con sobrepeso, no me han conseguido apartar. Los recuerdos son miles: compré mi primer balón en Deportes Espada; un Spalding púrpura y oro rubricado por Magic Johnson, mi jugador favorito. Siempre cuento la misma anécdota: adquirí esa pelota (por tres mil pesetas) para que los niños me dejaran jugar en el recreo; era un privilegio del que siempre disfrutó el propietario del balón. En mi niñez brillaba un C.B. San Fernando que, entrenado por un treintañero Alfonso Quirós, tuvo en sus filas a jugadores legendarios como Cayetano Marín, Juanma Villegas, Nene Peralta, Alfonso Parazuelo, Manolo Moldes, Miguel Rey, Louzado, Fali Naranjo, José Ramón García Ortiz, o Antonio Benítez. Recuerdo ver alguno de sus partidos en el recién estrenado pabellón del parque y leer las crónicas en el periódico local, La Cuestión. Con el tiempo, muchos otros jugadores de calidad salieron de las pistas de la Isla, tanto del club verdinegro como del Cimbis, equipo que nació hace ya más de veinte años y del que me enorgullezco de haber sido co-fundador. Algunos de ellos han conseguido jugar en las ligas más importantes de España; me refiero, por ejemplo a gente como Jesús Bey, Rafa Rufián, Jonathan Enríquez, Justo Pelayo, David Soria, Javi Amor, Jesús Ponce, Juanmi Ruiz, Victor León y, últimamente, los talentosos hijos de Tano Marín: Alo y Javi.

Esta columna que escribo hoy la planteo desde la premisa del amor por el baloncesto y por mi tierra. Dice el tan consabido refrán que la unión hace la fuerza y si bien el CBSF surgió de la unión de los equipos de los colegios Liceo y La Salle, no se ha conseguido que esa alianza entre dos centros que tanto han competido entre sí, se reflejara en los dos actuales equipos masculinos de la ciudad. Tanto el CBSF (del que fui jugador y entrenador) como el Cimbis (hoy DKV San Fernando) cultivan sus canteras de manera separada y cuentan con equipos de la categoría senior nada más y nada menos que en la Liga EBA nacional. Es decir, hay dos equipos isleños compitiendo -con suerte dispar, eso sí- en la misma competición.

Desde hace años se viene oyendo el runrún de una posible fusión entre ambas entidades, algo que posiblemente por una mezcla de viejos rencores, reticencias, rencillas personales, intereses de diverso calado y falta de entendimiento, no se ha concretado. Creo que ahora es el momento ideal para que se produzca la unión de ambos equipos, algo que únicamente perjudicaría al resto de clubes de la provincia, aunque beneficiaría poderosamente a la Federación Gaditana de Baloncesto. Sería necesario un buen entendimiento, paciencia y mano izquierda, un reparto justo y equitativo de las labores y encomiendas, respeto por el otrora adversario y un trabajo en equipo tan propio, por cierto, del alma del baloncesto. Lo que se obtendría a cambio sería, al margen de un potente equipo senior en ligas nacionales en el que confluyera lo mejor de la cantera común, un reparto más adecuado de las pistas de entrenamientos, un aumento del número de deportistas y socios que repercutiría a su vez en una mayor fuerza negociadora con la concejalía de Deportes (que, por cierto, estoy convencido de que sus dos titulares, Antonio Rojas y Francis Posada aplaudirán esta iniciativa fusionadora si llegara a fructificar, aportando toda la ayuda que pueda prestar el Ayuntamiento de la Isla), un aumento de las subvenciones municipales y provinciales, la aglutinación de talentos (y no me refiero sólo a los jugadores, sino también a los entrenadores, muchos de los cuales son isleños y tienen un bagaje contrastado) y, por qué no decirlo también, la fusión de clubes implicaría la acumulación de sus patrocinios.

Es decir, la existencia de un sólo club de baloncesto masculino isleño conllevaría importantes ventajas deportivas, formativas y económicas. Luego, ¿a qué se espera? Aunque no lo sepan, con este inocente artículo me meto en un charco importante, pero me da lo mismo. El balón -de Magic Johnson- está ya botando por la cancha. Salgamos a la pista y juguemos. Por la Isla, por su cantera y por el propio baloncesto.

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