Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Compartí el vídeo del presidente del Gobierno contestando a un representante de EH-Bildu en el Senado porque me indignaron profundamente sus palabras, que traduje en un triste muestrario: burdo servilismo, no querer pisar callos, ser un donnadie. El titubeo omisivo de Sánchez al referirse a ETA, cómo le ahorró el apellido a la banda (terrorista), su pacata mención a los presos… vascos… como si el todo fuera la parte o viceversa, me provocaron un malsonante y pequeño ataque de furia (de esos que se diluyen al compartirlos en redes sociales). Tras él, hubo quien me pidió que viera el corte completo y así lo hice; la verdad es que tampoco auxiliaba en demasía al líder socialista (que se disculpó con Pablo Iglesias tras no avisarle de que el desnudado rey emérito partía al destierro voluntario).

La Asociación de Víctimas del Terrorismo ha criticado con mesura las palabras de Sánchez al tiempo que denunció que en enero pidió una reunión con él sin haber obtenido respuesta. Coincido con la AVT en que un presidente del Gobierno no debe lamentar con tanta profundidad, sentimiento y carita de pena (parecía una Susana Díaz rediviva) el fallecimiento de un etarra. No debe alegrarse de su defunción, desde luego, pero sí ha de mostrar el decoro y dignidad que conlleva el cargo representativo que ostenta para no faltar al respeto de las tantas víctimas de la organización terrorista.

Tras el suicidio de un reo que fue miembro de ETA en una cárcel española el presidente podría haber declarado que el número de suicidios en las prisiones del reino es un porcentaje tan ínfimo como el que reveló un minuto después, pero resulta inadmisible tanta compunción y lástima, el lagrimón resbalando por la barandilla del ojo. Igor, como se llamaba el interfecto, era un preso más del sistema penitenciario. No hacía falta regalar tanta empatía ni hacer guiñitos al senador de Bildu: con la cortesía hubiera bastado. Sobre todo cuando la pregunta recibida mostraba un ataque implícito al Estado fascista y opresor (blablablabla).

Hace una semana, el ofendidismo patrio se rasgó las vestiduras porque el primer cartel promocional de Patria, la serie que ha hecho la HBO sobre la grandiosa novela homónima de Fernando Aramburu, mostraba equidistancia entre un atentado terrorista y una tortura policial a un filoetarra. El debate estaba servido y muchos picaron en la trampa publicitaria, provocando infinidad de suscripciones y ahorrando miles de euros en campañas de publicidad al canal. No es raro que Sánchez tienda puentes con Bildu al precio que sea, para que afiancen sus presupuestos ahora que Rufián y los suyos le han hecho la cruz con la izquierda, pero su falta de luces al ofrecer una buena respuesta en el Senado resulta preocupante.

Vuelven ya nuestros hijos al colegio, al instituto. Muchos venimos sufriendo la pandemia desde hace meses, con miedo intrínseco a que el asesino invisible se cuele en nuestros hogares a traición, que se esconda bajo el motor de los coches, que nos ataque por la espalda, contagiándonos en la nuca, que arruine nuestros negocios con el impuesto revolucionario de un futuro confinamiento. Así que estamos ya para pocas tonterías, señor presidente. Siempre es preferible aparentar prudencia bajo una mascarilla que blanquear las manos de un terrorista con Sanytol.

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