Análisis

Pedro g. Tuero

Lo que tenemos

Se quitan los nombres y las placas franquistas, parece que no hay otra cosa más importante

Sí, mi perfumado lector, y perdóneme si todo esto que estoy viendo desde este "mi cierro" es una verdadera mierda. Y eso es lo que tenemos. Porque es lo que hay aquí y más allá. En lo que nos rodea y en la distancia. Es decir, en este país que ya no tiene nada que ver con el que era. Y es que da penita ver y oír los telediarios de cualquier cadena para darnos cuenta de lo que digo. Qué pena, qué horror, qué desastre. Porque, aunque éste debe ser un arti-culito local, hoy, sin embargo veo desde aquí el más allá, sin dejar de percibir también lo que tengo delante.

Cosas no tan alejadas como un ministrillo que dura seis días; un seleccionador del equipo español que a dos días antes del mundial ya no estaba, y todo porque ese equipo blanco de los falsos destellos se lo asimiló y puede que se le atribuya si hubiera fracaso de esta selección desflorada; o una selectividad tan desmejorada que ha ocasionado protestas y acarreado pataleos entre alumnos perjudicados.

Además, he de decir desde aquí, que me temo lo que va a venir respecto al uso o mal empleo de nuestra querida y respetada Lengua española. Porque no me extrañaría oír dentro de poco expresiones como: "conseja de gobierna" o "conseja de ministras", incorrecciones feministas que no tienen base alguna respecto a nuestra gramática del castellano ni permitido por la RAE. Así como lo ocurrido en el pueblo cordobés de Lucena cuando una empresa aceitera dejó de pagar a tres trabajadoras porque en el escrito de la subida de sueldos sólo aparecía el término "trabajadores". Una tomadura de pelo más como tantas, y las que quedan. Y de todo esto hablé el pasado jueves en ese bonito Casino Gaditano gracias a la invitación que recibí por parte de la Tertulia "Doctor Delgado Lallemand". Una asociación cultural importante y muy interesante.

Y tan cerca ya veo cómo se van quitando los nombres y placas franquistas de las calles y plazas de esta querida Isla. Pues parece ser que no hay otras cosas más importantes qué hacer. Y a la estatua de Varela ya poco le queda.

Y todo en este mundo de orejas tapadas o de dedos hiperactivos. Así todo esto es lo que tenemos. Qué pena de mi Isla y mucho más.

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